El colectivo Maski, por medio de la exposición Falto de Palabra, ubicada en el primer piso de la galería NC Arte, induce a cuestionarse sobre los problemas y obstáculos urbanos que se encuentran dentro de la cotidianidad que vive la mayoría de bogotanos; aquellos tubos amarillos de Transmilenio que se encuentran en el imaginario colectivo y los edificios doblados en varios sectores de la ciudad que denotan un riesgo para las personas que residen allí.

Estos fenómenos son problemáticas evidentes y a pesar que, por ejemplo, el sistema de transporte no cumple con la seguridad, calidad y sostenibilidad que promete; ha pasado de ser una barrera a convertirse en una situación aceptada que generalmente es indiferente, pasando al conformismo y a la adaptación. Parece que el círculo vicioso se repitiera a diario; conflictos por hacinamiento, ventas no controladas, robos en los buses -fuera y dentro de las estaciones-, inconvenientes entre conductores, abusos a mujeres, atrasos, trancones y accidentes, entre otros; estos son, apenas, algunos de los casos más comunes que se viven a diario, un sinnúmero de inconvenientes que hacen de este sistema un transporte público caótico.

 

"El sistema de transporte no cumple con la seguridad, calidad y sostenibilidad que promete; ha pasado de ser una barrera a convertirse en una situación aceptada"

 

Si en los años noventa era desordenado con las rutas al azar de ese entonces, veintisiete años después el tráfico bogotano se considera el quinto peor del mundo según un informe de la INRIX (encuestadora estadounidense) del año pasado; de acuerdo con el reportaje realizado por el diario El Espectador. Desde 1942 el alcalde de Bogotá de aquella época, Carlos Sanz de Santamaría, promovió el primer estudio para la construcción de un Metro; sin embargo, con el paso del tiempo este sueño se ha visto truncado por otras prioridades de inversión, conflicto de intereses, brechas económicas o estudios, que han demorado mucho tiempo y que fueron sometidos a revisión y quedaron archivados o más bien, olvidados.

A lo anterior se le suma la improvisación y falta de coherencia con la actual administración: “Transmilenio, en la práctica, hace lo mismo que un metro”, fue la afirmación que realizó Enrique Peñalosa, siete días después de que se posesionó. Lo cierto es que sigue siendo inconclusa la mejora del sistema de transporte para el futuro.

Paralelamente ocurre algo parecido con los edificios torcidos, donde se encuentran personas que han vivido allí por gran parte de su vida, todos los días, sienten miedo de que el edificio colapse; por ello, han aprendido a sobrevivir a través del manejo de determinados materiales más resistentes y la compra de sillas de cuatro patas, entre otras maniobras, para que el edificio no se incline más.

Es aquí donde vale preguntarse ¿cuál es el criterio de los ciudadanos para someterse a dicha realidad de manera voluntaria? porque parece que no hay coherencia entre los pensamientos y el comportamiento que se adopta frente a las diferentes situaciones que afectan de manera directa o indirecta; parece que se esperara hasta las últimas consecuencias para actuar.

 

"La corrupción generalizada y la carencia de intervención en la participación ciudadana, conduce a los colectivos a la desaparición"

 

Cuando problemáticas como las planteadas se vuelven día a día más nocivas, se suele acusar a las entidades públicas para que respondan y resuelvan la situación. Como planteaba Inmanuel Kant, “la voluntad puede estar definida por la razón o la inclinación”, esto permite percibir cómo una persona autónoma toma la razón como factor determinante para llevar a cabo sus propios criterios, mientras qué cuando el ser humano se rige mediante las inclinaciones, esto permite que las leyes amolden su forma de ver el mundo y las emociones irreflexivas se apoderen de sus comportamientos, así la voluntad pasa a un estado exterior:

Se plantea que “Si tengo un libro que piensa por mí, un director espiritual que reemplaza mi conciencia moral, un médico que me prescribe la dieta, etc. entonces no necesito esforzarme. Si puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea” Emmanuel Kant  

Existen limitaciones que tienen el fin de obstruir la esencia o el desarrollo libre de la personalidad; esto se debe a la función psíquica que tenemos los seres humanos en la cual los entornos familiares o sociales han estructurado nuestra mente y emociones de manera pasiva, según la psicología de Gestalt.

La obra expuesta por el colectivo Maski inspira a estimular el pensamiento crítico, con una intervención sencilla pero contundente de la realidad cotidiana con sistemas arquitectónicos y urbanos, que afectan pero que se aceptan sin cuestionamientos; se vive atado a esta condición insegura de lo que se es responsable porque se ha vuelto parte de las personas. La corrupción generalizada y la carencia de intervención en la participación ciudadana, conduce a los colectivos a la desaparición.

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.
José Saramago.

Los proyectos que ha desarrollado el colectivo Maski, se fundamentan en la arquitectura moderna de la ciudad y las problemáticas de urbanización, estos campos son investigados con la exploración de diferentes espacios públicos, monumentos y estructuras con un panorama histórico, estudiado desde la memoria para evaluar las contingencias actuales. Hasta el cuatro de abril estarán las puertas abiertas para todo el público en la galería NC Arte.