Af Klint creció en una familia de la marina sueca y mostró un talento temprano para el arte. Estudió en la Real Academia de Bellas Artes de Estocolmo, destacándose en paisajes y retratos realistas, y comenzó su carrera en un mundo artístico dominado por hombres. Sin embargo, su verdadera pasión yacía en el reino de lo invisible. Desde joven, af Klint se interesó en el espiritualismo, un movimiento que creía en la comunicación con el mundo espiritual.

A principios del siglo XX, se dice que af Klint y cuatro amigas formaron un grupo espiritista llamado "Las Cinco". Afirmaron comunicarse con entidades espirituales que trascendían lo tangible y lo cognoscible. En 1906, af Klint recibió lo que consideró una comisión divina: crear una serie de obras abstractas que representaran el mundo espiritual, una tarea que emprendió con fervor y secreto. 

Muchos de los procesos creativos de af Klint involucraban estados alterados de conciencia. Durante sus sesiones con "Las Cinco", af Klint a menudo entraba en trance, permitiendo que aquellas "fuerzas superiores" guiaran su mano. Afirmaba que tal estado era ingrediente esencial para su práctica artística, ya que creía que así, se le permitía acceder a un conocimiento y una inspiración que iban más allá de su consciencia ordinaria.

 

La serie más famosa de af Klint, 'Las Pinturas para el Templo', es un tour de force del simbolismo y la abstracción 

 

Lo que siguió fue una explosión de creatividad. Entre 1906 y 1915, af Klint pintó más de 1,000 obras abstractas, años antes que Kandinsky, Mondrian o Malevich (referentes del abstraccionismo) presentaran sus primeras composiciones. Estas obras no eran meros experimentos estéticos; para af Klint, eran la manifestación de verdades esotéricas y teosóficas, explorando la dualidad, la unión de opuestos y el viaje espiritual del alma. 

 

De izquierda a derecha: The Swan (El Cisne), No. 10, Grupo IX/SUW, 1915. The Swan (El Cisne), No. 12, G IX/SUW, 1915. Cortesía de la Fundación Hilma af Klint. Fotos: The Moderna Museet, Estocolmo, Suecia.

 

La serie más famosa de af Klint, "Las Pinturas para el Templo", es un tour de force del simbolismo y la abstracción. Compuesta por 193 pinturas, la serie debía adornar un templo espiritista, un santuario de conocimiento y contemplación. Aquí, af Klint utilizó formas geométricas y colores vibrantes para representar conceptos como la evolución espiritual y la interconexión universal. 

Curiosamente, rara vez exhibió estas obras durante su vida. Convencida de que el mundo aún no estaba listo para su arte visionario, dejó instrucciones para que su trabajo abstracto no se mostrara hasta 20 años después de su muerte. 

Tras su muerte en 1944, el trabajo de af Klint permaneció en gran medida oculto y olvidado. No fue hasta finales del siglo XX y principios del XXI que su obra fue redescubierta y reevaluada. 

 

¿Cómo cambia nuestra comprensión del arte abstracto sabiendo que una mujer, movida por fuerzas espirituales y místicas, fue una de sus primeras practicantes? 

 

La obra de af Klint es ahora vista no solo como un elemento precursor del arte abstracto, sino también como un testimonio de la búsqueda espiritual y filosófica. 

El legado de Hilma af Klint plantea preguntas provocadoras sobre la narrativa del arte moderno. ¿Cómo cambia nuestra comprensión del arte abstracto sabiendo que una mujer, movida por fuerzas espirituales y místicas, fue una de sus primeras practicantes? ¿Qué otras historias, especialmente de mujeres artistas, permanecen ocultas en los márgenes de la historia del arte? 

 

De izquierda a derecha: Hilma af Klint Grupo X, Altarpiece (Altar), nº 1 1915, HaK187; Grupo IX/UW, The dove (La paloma), nº 2 1915, HaK174. Cortesía de la Fundación Hilma af Klint. Fotos: The Moderna Museet, Estocolmo, Suecia.

De izquierda a derecha: Grupo X, Altarpiece (El Retablo), nº 1 1915, HaK187; Grupo IX/UW, The dove (La paloma), nº 2 1915, HaK174. Cortesía de la Fundación Hilma af Klint. Fotos: The Moderna Museet, Estocolmo, Suecia.

 

La obra de af Klint no solo representó una ruptura radical con el arte figurativo, sino que también desafió las normas y expectativas de su tiempo. En un período donde el arte era dominado principalmente por hombres y las expresiones artísticas femeninas eran a menudo marginalizadas o ignoradas, af Klint no solo se aventuró en el territorio desconocido del arte abstracto, sino que lo hizo impulsada por una fuente inusualmente mística.

 

... en su silenciosa osadía, nos invita a mirar más allá de lo visible, a explorar los rincones más misteriosos del alma y del universo 

 

Su decisión de mantener su trabajo en secreto puede interpretarse como un acto de preservación, asegurando que sus visiones y mensajes permanecieran intactos y no fueran malinterpretados o desvalorizados por una sociedad que quizás no estaba preparada para comprender su profundidad y significado. La reevaluación de su trabajo en la era contemporánea ha iluminado no solo su papel como pionera del arte abstracto, sino también como una figura que desafió las barreras de género y convención, abriendo nuevas vías para llegar a comprender la expresión artística y la experiencia espiritual universal.

Una historia de descubrimiento y redescubrimiento, de verdades ocultas y revelaciones tardías. En sus vibrantes lienzos, encontramos no solo el nacimiento del arte abstracto, sino un espejo de nuestras propias inquietudes, espirituales y existenciales. Af Klint, en su silenciosa osadía, nos invita a mirar más allá de lo visible, a explorar los rincones más misteriosos del alma y del universo. Su obra, una vez escondida, ahora brilla como un faro, iluminando nuestro entendimiento sobre la historia, el arte y el ser.