Hay bandas que son de culto y existen bandas que han erigido las bases sobre las que se instalan estas últimas. La fría Bogotá recibió el pasado 6 de noviembre a una de ellas, la legendaria Sodom. Los músicos de Gelsenkirchen, Alemania, en cabeza de Thomas Such, el célebre Tom Angelripper hicieron vibrar las más de 1.000 almas que se congregaron desde todo el país en el Auditorio Mayor de Bogotá.

El evento organizado por Matrix Entertainment Colombia fue de la estatura que todos los fanáticos del metal esperaban: una gran disposición del espacio, excelente logística y, muy destacable, el buen comportamiento del público que tradujo la estética del caos en un poderoso Pogo que le arrancaba sonrisas al bonachón de Tom Angelripper (no sé si soy el único que cree que conforme pasan los años, se parece cada vez más a Lemmy Kilmister) y, por supuesto, el que para quien aquí escribe es el mejor guitarrista de toda la escena del metal teutónico: el poderoso, imponente, carismático y extraordinario compositor Frank Gosdzik, mejor conocido como Frank Blackfire. –Un dato curioso e interesante es que ese mismo 6 de noviembre, se celebró el trigésimo tercer aniversario de uno de los álbumes más vendidos de Kreator, el Coma of Souls, cuyo sonido experimental en la época en principio no fue tan atractivo pero con el tiempo, consolidó la particularidad del Thrash Metal Germánico y, un gran orquestador de ese histórico trabajo, fue el virtuoso Blackfire-. En fin, si hablamos de Sodom, de antemano sabemos que no desentonarán ni siquiera con la no pocas veces polémica “evolución de la música”; quizá de los gigantes alemanes es quien más conserva la esencia en estos 40 años sin perder un ápice de creatividad.

Bien, hablemos de otro gran plus del evento: la inclusión de bandas nacionales como teloneros. Hubo una brillante presentación de apertura con War Thrashed, los talentosos bogotanos que tienen como consigna el “old school hasta la muerte” y que están activos desde el 2.007 no podían disimular la emoción de telonear a los alemanes, así que lo dieron todo sabedores del inmenso compromiso de motivar a los asistentes que cuando escucharon las primeras descargas, empezaron a llenar el auditorio. Virtuosismo, velocidad, energía y mucho reconocimiento a los músicos locales, marcaron una presentación limpia que fungió como poderosa calistenia para recibir a otra gran banda nacional.

 

hacer de los fans parte del show es una muestra de respeto, cariño y amor por el arte

 

Así pues, el público recibió entre aplausos a un ya marcado por los años Rodrigo Vargas, miembro fundador de la icónica Darkness en 1.986, quien se presentó con su banda Espías Malignos, militante desde el 2.020. Vargas, quien estuvo presente como telonero de Metallica en su primera visita en 1.999 al país, conjugó experiencia, calidad y un carisma desbordante; tenía claro que si los alemanes celebraban 40 años, él estaba cerca de esa trayectoria, con todo lo que eso implica en la convulsa Colombia de la época y de ahora. Sonrisas, gritos, solos limpios, compañeros de banda acoplados con el decoro femenino de la bajista, hicieron de este grupo un magnífico exponente del metal colombiano.

Y luego de ello se dejó venir Sodom. En lo personal me voló la cabeza que iniciara con un tema del álbum M-16, Among de Weirdcong. Denso, profundo y con un imponente Angelripper que al lado de Blackfire, rememoraban los años dorados de la segunda mitad de los 80´s y la fase de experimentación que desde los 90´s le puso como impronta el luminoso guitarrista. ¿Qué decir de temas como Agent Orange o Blasphemer? Eso es otro nivel. Ya marchan sobre los 60 años y su energía opaca incluso a los jóvenes Yorck Segatz y Toni Merkel, quienes también evidencian un remarcable respeto por estos dos titanes del metal de quienes bandas como Dark Funeral, Vader, Abigail, Impaled Nazarene, Avulsed, Enthroned entre muchas otras reconocen su influencia, -recordemos sobre la marcha de los años noventa a los bogotanos de Acutor y el memorable cover de Remember the fallen-. Igual la juventud del guitarrista rítmico y baterista encajan perfectamente con ese sonido que para muchos de los fanáticos mantienen los “Sodomaniacs”.

Y más allá del metal, está lo humano. Fue curioso que la banda dispusiera sobre la plataforma de la batería muchas botellas de agua y cerveza, demasiadas para su consumo. Pues, el objeto de estas era parte del show, consistente en entregar de sus manos agua y cerveza a los fervientes seguidores, ritual de entrega y presentes que se sumó a la camiseta de Tom, las púas y baquetas. ¡Ah! Un fan le pasó su “chaleco thrasher”, el clásico de jean con parches a Frank, quien de inmediato se lo puso para interpretar una canción: hacer de los fans parte del show es una muestra de respeto, cariño y amor por el arte, eso engrandece mucho más la ya inmensa figura del más fiel de los titanes alemanes.

Nuevamente gracias a Matrix Entertainment por permitirnos hacer parte de los eventos que mantienen viva la cultura. ¡Larga vida a Sodom, larga vida al metal nacional! Este fue un concierto verdaderamente In-Usual.