El lenguaje, como cualquier otro elemento, puede ser transformado y apropiado de innumerables formas dependiendo del contexto donde se instale. Este elemento no puede ser controlado por autoridades estatales más allá de generar ciertas prohibiciones, por ejemplo, en la instauración del español en las comunidades originarias latinoamericanas donde se prohibía el uso de las lenguas maternas indígenas en las escuelas y lugares públicos, lo que deriva (y derivó en ese momento) en sincretismos o mezclas de palabras de ambas lenguas, que, usadas cotidianamente, su significado se convierte en una suerte de consenso y se introducen en los modos de comunicación de la población donde se utilizan.
...estas apropiaciones no son un YOLO del lenguaje
Es decir papus, el lenguaje no tiene dueño. Hablar con emoticones y emojis es tan válido como hablar de una forma ladrilludamente académica; la diferencia consiste en que una de estas dos formas de hablar (o escribir) está certificada por una autoridad que se valida a sí misma, normalmente por cuestiones políticas (pero eso es tema para otra ocasión).
Hay que entender que estas apropiaciones no son un YOLO del lenguaje; todo responde a procesos orgánico-sociales en los cuales las categorías para definir elementos van transformándose y generando nuevas palabras o nuevos significados a palabras ya existentes. Lo mismo sucede con el lenguaje inclusivo, los modismos nacionales o locales y la jerga usada por alguna “tribu urbana” especifica.
Por otro lado, no más “diccionarios populares” usados por medios tradicionales para tratar de seducir (burdamente) “otras audiencias”. Los millenials no queremos ser exotizados por gente que no conoce realmente el porqué de las categorizaciones que usamos. ¿Acaso no recuerdan esta grotesca nota de hace unos años donde un pseudo-gramático, encargado de corregir las palabras que las personas usan cotidianamente, pretendía definir las palabras usadas por los “metalicos” en vísperas de un Rock Al Parque? (si no lo recuerdan, ahí les dejo el Zelda) Pues, no queremos eso.
Estas apropiaciones no solo generan la transformación de los conceptos, sino la descontextualización y recontextualización de palabras o frases que se toman como referencias de un contexto virtual viralizado; el ejemplo más claro de esto son las frases icono de Los Simpson. Un “usted es diabólico” o “pues perdóname por ser tan cruel” generan en nuestra mente una escena completa que da cuenta de un contexto que, sabiéndolo utilizar, podría estar en cada conversación del día cuando se comparte con personas afines a nuestros modos de vida virtuales.
Al igual que las referencias, no solo a los Simpson sino a cualquier película o serie de moda, se encuentran las referencias a los memes del momento; ya nadie usa la imagen de los dinosaurios, pero si en algún lugar alguien dice “auxilio me desmayo” otra persona responderá “cállese viejo lesbiano”. Podría decirse que existe una trascendencia de los memes de un mundo virtual a un mundo cotidiano, donde el lenguaje se apropia de los textos de estos para dar respuesta a casi cualquier situación (:If you know what I mean:).
Y recuerden amigos, el lenguaje no es estático y se está transformando, no solo en sus conceptos sino también en su estructura ¡Hasta la próxima!