El mundo está en constante cambio, día a día son más los avances tecnológicos que se generan en pro de mejorar la calidad de vida, todo se mueve generando un crecimiento en cada país, dando a las personas la oportunidad de poder desarrollarse, todo ello gracias a una labor simple, pero necesaria dentro de una sociedad, y esta es el trabajo.

Contemplado en la constitución como un derecho fundamental, los colombianos tenemos la libertad de escoger el entorno en el que queremos desarrollarnos profesionalmente y, con ello, poder servir a la sociedad. No obstante el panorama laboral que vive el país es diferente. Colombia en el 2020 aumentó su tasa del desempleo del 12,2% al 13% dejando como muestra una brecha amplia a la hora de obtener empleo y las pocas oportunidades que tienen para emprender, dejando como única opción la informalidad.

A pesar de todas las garantías que el gobierno brinda a los trabajadores, a través de sus programas de cargo, subsidios y oportunidades, el panorama muestra todo lo contrario, los puestos de trabajo cambiaron su concepto de opción y oportunidad al de privilegio y supervivencia. Hoy en día mantener un puesto de trabajo se ha convertido en una lucha contra reloj, los ambientes en las empresas son duros y pesados, incluso llegando a convertir el acoso laboral como cotidianidad y las condiciones de algunas empresas llegan a ser inaceptables.

 

incluso varias empresas han llegado a quebrar

 

Con la aparición de la pandemia del COVID-19, varias de las actividades laborales se suspendieron, la medida del aislamiento inteligente, sirvió como impulso para cambiar el estilo de trabajo, una de las opciones es el teletrabajo o home – Office; por otro lado varias actividades se suspendieron, incluso algunos trabajadores perdieron su empleo. Sectores como la salud se fortalecieron, incluso convirtiéndose como labor indispensable para combatir la pandemia, otros oficios como los domicilios y las ventas en línea tuvieron un gran crecimiento. El área, agrícola y partes de las comercializadoras continuaron sus actividades.

Este evento permitió evaluar qué tan preparados están los trabajadores y las empresas para sobrellevar la crisis. La respuesta es desalentadora, pues incluso varias empresas han llegado a quebrar, las pocas ayudas y la limitación de los beneficios llevan las empresas a suspender a los trabajadores de sus labores incluso a detener toda su operación. 

Luego de la ligera reactivación económica, algunos sectores como la construcción y las manufactureras, volvieron a retomar sus actividades, siguiendo los parámetros de sanidad y seguridad.

Pero más allá de las estadísticas, está es la realidad de aquellos que día a día se levantan a cumplir su labor, los que consiguen su sustento diario en pequeños puestos, los que venden tintos, minutos y dulces, los llamados informales; los que están construyendo, llenando sus manos con tierra y cemento, los que dan fachada a las futuras edificaciones, catalogados como los obreros; también se encuentran los que dejan los espacios brillantes, los aseadores aquellos que limpian, barren y concinan, dentro de una casa o en una oficina; los pequeños tenderos y panaderos que prestan sus servicios a los barrios. Las labores más simple pero las más comunes, aquellas que no pueden faltar.

 

Todas las labores son vitales dentro de una sociedad

 

Por otro lado están los innovadores y los pequeños empresarios, que empiezan a construir sus industrias, con pequeñas ideas, crean oportunidades para que ellos y un grupo pequeño de trabajadores crezcan, se desarrollen y fortalezcan sus potenciales dentro del campo empresarial; dentro de los pequeños empresarios, están los que se atreven a probar nuevas formas de trabajar, los diseñadores, los que crean su marca y los que a través de sus obras nos comparten sus ideas y perspectivas.

Junto a estas profesiones se encuentran los héroes anónimos, como son denominados, aquellas labores que protegen, salvan e informar a los ciudadanos, los médicos, los periodistas, bomberos, rescatistas, policías y vigilantes. 

También mencionamos aquellos que nos representan, los líderes sociales que dan su vida para mejorar su comunidad, para ser la voz de sus habitantes, que incluso sin remuneración y acosta de su propia vida, garantizan un bienestar mejor, una tranquilidad para los menos favorecidos incluso los que están escondidos dentro este inmenso país. 

Por último, y no menos importante, encontramos los trabajos que, aunque no los vemos en nuestro día, están ahí, una labor humilde que nos permite estar abastecidos, que sacan a relucir lo mejor del producto colombiano, los que todos los días trabajan la tierra y cuidan de los campos fértiles que adornan nuestro país, los campesinos, en su ardua labor, brindan un pedazo de naturaleza a los ciudadanos, en sus frutos.

Todas las labores son vitales dentro de una sociedad, no solo por el desarrollo individual que estas generan, sino también por el aporte que recibe la economía y demás sectores, para impulsar el crecimiento nacional, mantener el movimiento de los sistemas que sostienen al país y resaltar el trabajo que realiza cada colombiano día a día y su pequeño aporte a la nación.