Alguna tarde del año ya pasado me reuní con Margaret Arias, ella es Artista Escénica, bailarina de danza contemporánea, practicante de ballet y danza afrocontemporánea.

El uso de su objeto como ella se refiere al cuerpo no sólo lo aborda desde la danza sino desde las prácticas perfomáticas, realizando proyectos para solucionar una pregunta existencial del cuerpo, es el caso de “I-Machine”, obra presentada en  taller Arte Estudio , donde se encuentra el desarrollo multidisciplinar que se ve a la hora de realizar la obra. Le gusta el minimalismo, esas cositas chiquiticas que son no, pero si – dice ella-  la danza salvo mi vida, pero más que la danza, me ayudó a descubrir mi cuerpo y una de las cosas que más me parece brutal es poderse olvidar de uno, cuando uno danza uno es, no hay paradigmas no existe actuación, nada, ya no hay ni un nombre propio mientras estamos en aparente quietud.

¿Qué es I-Machine?

I-Machine es la metáfora del Frankestein contemporáneo, el hombre que crea la máquina y se da cuenta que la máquina toma su propia forma, su propia vida y después sale de control hasta el punto donde el hombre queda hostigado por la máquina, sin darse cuenta que él mismo fue quien la construyó, entonces es un soliloquio, es como encontrar mi yo con otro yo en la creación, dialogar con ella o confluctuar con ella también, es una relación.

 

Fotografía:  Harrison Gonzales y Juan David Poveda

¿ Cuál crees que pudo ser el resultado de I-Machine y qué paso esa noche?

Cada obra entra en una evolución, lo que se presenció en I-Machine, fue todo un trabajo de dos años de exploración y empezó con Entalpía, luego paso con la red de redescubrimiento del cuerpo, donde se trabajó con una tela, un trabajo re bonito, con esa misma capa de tela se trabajó en Entalpía, pero, en éste se trabajó con 7 capas de tela y el cuerpo estaba atravesando las siete capas de tela y pues se iba modulando las telas, con la intención de que el cuerpo desaparezca, el cuerpo entra en una interacción 3d o 4d, me parece chévere y precisamente pensando, en ese “no yo” el cuerpo no tiene un protagonismo o una identidad en la obra, no me interesa aparecer como Margareth en la obra, me interesa más que el cuerpo sea un alguien un algo, para que el cuerpo represente todos los cuerpos; manifiesto un náufrago en los orbes de los cuerpos en I-Machine, estamos en una evolución y cada evolución permite una obra diferente, con un pensamiento diferente, entonces por ahora no lo pensamos como obra, lo llamamos performance, porque posibilita pensar, lo que  vemos como pequeños avances de cada obra , estamos pensando en cuerpo espacio y tiempo y como  resultado de I-Machine pues no pensábamos más allá de hacerlo, de realizarlo, hacerlo real, porque hemos trabajado un montón.

 

 

"El artista debe pensar más en esa instalación o sino el público se queda sentado, no sé en la casa, viendo televisión"

 

 

El proceso de dialogo del artista y el espectador ¿cómo crees que se da?

Nos hemos puesto a pensar con mi hermano Carlos Serna en el proyecto llamado “Con cuerpo y movimiento”, donde se realiza en colaboración con él, y las obras que tenemos hasta el momento o las instalaciones o más bien “instalacciones” como le llamamos nosotros, son interactivas y siempre estamos pensando en el espectador y dejamos que estas piezas queden ahí para que el espectador pueda explorar la instalación, se crea un performance, se realiza y la instalación queda ahí libre para que se explore, o sea no queremos estar en el teatro convencional que el espectador se siente ahí y vea, no, necesitamos que él se involucre, queremos que vivan sus sentidos, potenciarlos y me parece que eso ha hecho la tecnología desde siempre extender los sentidos y las artes digitales lo que hacen es potenciar esa sensibilidad, potenciarla, mezclar lo virtual con lo real y no como esa cosa ahí que no se puede tocar.

 

Fotografía:  Harrison Gonzales y Juan David Poveda

¿Cómo se evoluciona ese respeto por la obra?

La comunicación visual ha roto un poco ese respeto, uno desde su casa puede hacer una visita virtual a una galería, eso ha permitido acercarse mucho más a la obra, mucho más a esos espacios, desde ese ejemplo se puede saber que está pensando con el público, se puede saber cómo está funcionando la cosa para que después de que lo veamos en vivo tengamos un poco más de confianza, el respeto debe existir pero no hay que limitar al espectador a la exploración.

El artista debe pensar más en esa instalación o sino el público se queda sentado, no sé en la casa, viendo televisión o buscar y visitar en google maps, no sé Milan (risas), pero sí realmente el artista debe pensar en que su obra no va hacer vanagloriada a cuatro mil metros de distancia sino que hay que arriesgarse un poquito, igual hemos hecho prototipos de ver la reacción del espectador, por ejemplo los espacios.

 

 

"...esa pregunta que te acompaña sobre uno mismo y digamos que es de ahí donde empiezas a proponer"

 

 

 ¿Cuál puede ser la relación de I-Machine y la moral?

Uy yo no sé (risas y un momento de silencio), no sé, no opino (otro momento de silencio), hay un montón de conceptos,  un ejemplo así sencillito puedo decir que todavía tenemos un pánico de descubrir el cuerpo, de saber con qué interactúa el cuerpo, o sea en I-Machine el cuerpo lo deformamos, al cuerpo lo volvemos mier**, en la mayoría de las obras el cuerpo desaparece, no queremos que el cuerpo exista, el cuerpo es el medio, es la misma obra, imagina romper ese estigma, imagínate una chica cristiana y que mire la obra o una modelo que vio la obra y dice “el cuerpo”. Incluso me dijo monstruo después,  pero por qué no verlo de otra forma, hay distintas formas de experimentar la corporalidad, hay personas que no tienen una mano y eso no quiere decir que sea un cuerpo más o un cuerpo menos, me parece que es un cuerpo… cualquier cuerpo es un cuerpo, cuando estaba trabajando sola hice una propuesta que se llamaba “Cuerpo Fragmento”, duraba 20 minutos,  todo era corporal y buscaba posiciones donde el cuerpo se deformara y duraba  un tiempo ahí, como 3 minutos en cada posición, pensando en esas formas en las que puede estar el cuerpo, como por qué de pie o por qué las manos ahí, por qué no de otra forma y eso es una exploración más ya, y no lo estoy pensando para rayarle la moral a alguien es simplemente para generar una conciencia.

 

Fotografía:  Harrison Gonzales y Juan David Poveda

 El desarrollo de la obra ¿Cómo ha aportado a tu identidad como artista?

 Ush fuerte (risas), siento que hay esa cosa que dices, existe esa pregunta de introspectiva, esa pregunta que te acompaña sobre uno mismo y digamos que es de ahí donde empiezas a proponer, a crear, a mentalizar, a proyectar lo que se está pensando y en esa medida hay como una sensación de realización que no basta, que no tiene una satisfacción, como existe un ciclo de luna, un ciclo de sol y un ciclo del tiempo, así mismo hay un ciclo de constante cambio en el cuerpo entonces la pregunta siempre está, porque es nueva, porque habitamos un cuerpo diferente, cada diez años cambia la estructura ósea, aparecen músculos, otros  se debilitan y  cada vez hay una experiencia diferente con el cuerpo y por eso siempre hay expectativa y siempre hay pregunta y entonces si hay realización pero luego es como bueno listo estamos en un constante cambio, creo que no se puede concretar una identidad, o pues no me voy en un no rotundo, porque no lo he experimentado, pero por ahora no, incluso el mismo proyecto que ya tiene un propio lenguaje se sigue transformando y sí crea una identidad, pero una identidad al constante movimiento. Añadiendo a esto es peligroso el no cambiar la plasticidad del movimiento, es mejor estar libre tener la tranquilidad de poder fluctuar y tener las herramientas.