En algún momento leí que Platón decía, que si se requiere ganar en una discusión solo bastaba con cuestionar al interlocutor sobre la definición de lo que se dice o se defiende. Ahora se podría decir que cuando se define algo se limita, pero para que la limitada mente humana pueda abarcar algún concepto, necesita partir de una definición, algo claro, sencillo, que ilustre limpiamente aquello de lo que se habla.
Sin embargo, la vida ese fenómeno que lo convoca a usted que lee esto, y que yo también poseo, y que de la misma manera pero en sentido inverso (honrando a nuestra realeza), lo posee una bacteria que ahora mismo está trabajando incansablemente en su organismo, es definitivamente un asunto que por más que uno intente definir, siempre quedará corto.
Seguramente estará usted pensando que un biólogo dedica su vida a definir esto, pero mirando la ciencia en su estado actual, es preferible pasar esa pregunta a la filosofía. Así que, como ya es costumbre remontémonos a esa linda época cliché, la antigüedad (siendo enteramente eurocentrista), los filósofos que recordamos como presocráticos, tenían en su cabeza la pregunta de qué es la vida y de cómo es que toma tan diversas formas. La respuesta a esto fue la mezcla de los elementos, más fuego generaba esto, más agua aquello, más tierra esto otro, la verdad dudo que esto llegara a satisfacer a su mente tan inquisitiva (aunque un tanto misógina), lo cual conllevo a intentar con “sustancias” menos materiales y más trascendentales. Claro está, los egipcios ya consideraban la vida como algo tan trascendental (al menos la de los líderes), que merecía hacer una serie de monumentos piramidales para que ese algo llamado vida, pudiera llegar a otro plano menos material, sorprendente coincidencia con el pensamiento judeo-cristiano.
Ahora bien, todo empieza a tornarse un poco extraño cuando en la denominada edad media, la vida era un soplo del gran creador llenando un cuerpo de barro o de lo que sea, y cuando la gente se empezó a poner más científica, sencillamente optaron por hablar de generación espontánea, lo que quiere decir que aquellos organismos que habitaban un lugar se formaban a partir de los materiales de ese mismo sitio, por ejemplo, las ranas habitan en los pantanos, debido a que el agua, el barro y todo aquello que se encuentre por ahí se concentra y se transforma de pronto en una rana, así mismo sucedía con las ratas, que surgían de la suciedad. Y aunque aún algunas personas consideran esto como algo probable, son Redi, Spallanzani y Pasteur quienes, considerando a la generación espontánea como algo improbable, demostraron que los organismos vivos descienden de otros organismos. Así que la ciencia llegó para iluminar, por medio de la experimentación, el difícil camino de definir aquello llamado vida.
Es momento de introducir una palabra que regularmente se presenta en los infomerciales (pequeños segmentos de nuestra vida moderna que solo sirven para confundir): metabolismo, que básicamente se refiere a las reacciones químicas en el interior de un organismo. Es gracias a la experimentación en los laboratorios de química que personajes como Stanley Miller, Harold Urey, John B. S. Haldane, Alexander Oparin, Hans Krebs, Melvin C. Calvin y Andrew Benson, logran hacer ver que la vida es un gran mar de reacciones químicas cíclicas, que suceden sin cesar y que mantienen estable a un organismo, pero ¿cómo empieza todo esto?. Con un sencillo experimento en donde se mezcla carbono, hidrogeno, oxígeno y nitrógeno, más el probable ambiente de la tierra primitiva, o sea altas temperaturas, descargas eléctricas y mucho, pero mucho vapor de agua, se logra producir compuestos orgánicos, los pilares de la vida, pero como dice Carl Sagan: aún no podemos hacer que salga del matraz un ser vivo (sí, desde hace mucho jugamos a ser Frankenstein). Pero esto, estimado lector, como te das cuenta aún no define qué es la vida, ya que reacciones orgánicas se dan todo el tiempo, pero no se crean formas de vida a partir de estas.
… en los cometas que surcan los lugares más lejanos de nuestro sistema solar, se han encontrado las partes que pueden llegar a construir ADN e incluso proteínas…
Entonces intentémoslo de nuevo, ¿qué es aquello que habita muy en el interior de los seres vivos? ¿Qué es aquello que los llena por completo y les da el aliento de vida? ¿Qué es eso que en cada parte de un ser se encuentra? si usted está pensando en el “alma” pues creo que debe ir a la biblioteca más cercana y leer sobre el ADN, tres sencillas letras que sirven como trabalenguas y además para encontrar explicaciones. Ácido desoxirribonucleico le dicen y aporta la información que posee cada cuerpo vivo sobre este lindo punto azul. La genética del cuerpo estuvo hace mucho tiempo intrigando a los científicos, que incluso creyeron encontrar la solución en las proteínas, biomoléculas que llenan y construyen las partes de los seres vivos, pero no fue sino hasta la década de 1950 que los señores James Watson, biólogo y Francis Crick, físico, propusieron la forma del ADN como una doble hélice, dejando en evidencia el papel central de esta molécula en los aspectos que se refieren a la genética, claro está no todo es color de rosa y su querida y estimada profesora de doctorado Rosalind Franklin, quien había propuesto la técnica que hizo que Watson y Crick ganaran el Nobel por el descubrimiento de la forma del ADN, quedó sin reconocimiento durante mucho tiempo (será esto el misógino legado de los griegos? ).
Pues bien, entonces digamos que la vida es todo aquello que posee ADN. El problema está en que un virus, posee ADN y como no funciona tal cual el resto de los organismos, muchos aseguran que son solo biomoléculas y que por lo tanto no se halla vida en él. Además, en los cometas que surcan los lugares más lejanos de nuestro sistema solar, se han encontrado las partes que pueden llegar a construir ADN e incluso proteínas… así que por este lado tampoco fue.
"... podríamos entonces decir que la vida es lo que tiende a la muerte..."
Tal vez si nos pasamos al lado oscuro de la fuerza, hallemos la respuesta que buscamos: la muerte. Todos identificamos la muerte clara y perfectamente, desde nuestra infancia en donde torturábamos hormigas y otros insectos, hasta cuando nuestra querida mascota exhaló su último aliento, la muerte nos acompaña y podríamos entonces decir que la vida es lo que tiende a la muerte (vaya truco retórico). Todo aquello que está vivo, aparentemente morirá, pero gracias a las investigaciones en astrobiología nos hemos topado con un organismo que si usted lo piensa bien, podría hacer parte de una historia de ciencia ficción: los tardígrados, también llamados ositos de agua, (son feos y mucho, aun no entiendo de donde sale este nombre), bien, los tardígrados prácticamente no mueren, se adaptan, hibernan, se reproducen y siguen llenando este bello mundo de su presencia infinita y casi omnipresente, es tan interesante este hecho que se han puesto ositos de agua en el espacio exterior, para que fueran sometidos a cambios drásticos y súbitos de temperatura, a falta de presión y a la ausencia de gravedad, condiciones que acabarían con la vida de cualquier organismo, pero sorprendentemente sobrevivió una gran cantidad de tardígrados, ¿sorprendidos? Yo aún no salgo de mi asombro, pero los tardígrados no son los únicos que tienen estas habilidades poco comunes, muchas bacterias al ser sometidas a ambientes extremos pueden pasar a algo parecido a la hibernación de los osos, es más el polen, puede durar siglos en latencia y eso me ha generado otra pregunta, estos organismos que hibernan, ¿están medio vivos? (¡y su cabeza explota!).
Entonces, ¿qué es la vida? Tendríamos que irnos a las matemáticas para continuar intentando dar una definición, propondré una basada en la capacidad de tener una estructura fractal, pero una cosa es el fractal infinito que genera la matemática y otra la realidad, en donde la fractalidad de los seres vivos no alcanza más de las tres o cuatro repeticiones, un camino sin salida una vez más. Aquí es donde llegamos a los sistemas complejos, lo cual quiere decir que es un sistema que se adapta, evoluciona, es auto-organizado, no es centralizado, funciona en red y algo muy importante, presenta fenómenos emergentes. Todas estas cualidades las presenta la vida y muchas otras más, pero aquí no tenemos una definición, más bien una descripción de aspectos de un ser vivo, así que aunque los sistemas complejos nos den claridad sobre qué es la vida no llegan a dar una definición, es más, estudios como la economía, el tráfico de vehículos de una ciudad y hasta la internet, poseen las cualidades que describe un sistema complejo. Caramba, la definición de la vida una vez más se escapa de nuestras manos.
Es verdad que es difícil definir la vida, sin embargo esta pregunta ha guiado a científicos, filósofos e ingenieros en la búsqueda de nuevas formas de entender, pensar y construir, ya que sin este cuestionamiento fundamental, tal vez seguiríamos pensando que de la basura surgen las cucarachas o que es imposible curar enfermedades, tampoco sería posible pensar en lo que se ha denominado vida artificial (proyecto open worm) y hasta hemos elaborado un genial y sencillo algoritmo, llamado el juego de la vida (que se encuentra online), por lo tanto, bienvenidos sean todos aquellos que intentan dar una definición a este maravilloso evento llamado vida.