No son secretas las dificultades que poseen los museos en la capital, sin embargo, hoy propongo el ejercicio de advertir lo que se tiene; aquello irrefutablemente propio. Hace algunos días por imprevisto planeado encontré un lugar del tipo que encuentro predilecto; aquellos lugares donde las diferentes temporadas saben convivir hasta encontrarse, donde la ruina convive con la reliquia, y el entorno emerge sobre sí mismo para separarnos un momento del exterior. Para llegar a este tipo de lugares un viaje de varias horas y cierta suma de dinero son imprescindibles, respecto al sitio que hoy les presento, estas son excusas que ya puedo sustraer. Se trata de la casa del Marqués de San Jorge en la cual hoy se sitúa el Museo Arqueológico (MusA) - Sede Bogotá.

Fotografía: Alvaro Cabrejo
Un día de brisa intensa conocí esta edificación donde fui recibido por un personal muy cortés, pero con una especial conciencia de lo que allí se alberga y una valiosa posición respecto a un imaginario del patrimonio nacional. La bienvenida realmente fue dada por una celosía colonial contigua a las escaleras que una vez arriba ofrece una probada de la pintura mural que se puede ver a lo largo de toda la casa. Hacia la derecha se encuentra el llamado “Salón San Jorge” en el cual se reúne una selección de objetos de uso doméstico y piezas de arte religioso; las cuales dialogan entre sí por medio de la característica y cargada iconografía de la época colonial. Un jambaje tallado en madera (también colonial) enmarca la pieza del mes y es el acceso a las salas del museo que albergan su rica colección de cerámica precolombina.
"La bienvenida realmente fue dada por una celosía colonial contigua a las escaleras que una vez arriba ofrece una probada de la pintura mural que se puede ver a lo largo de toda la casa."

Fotografía: Alvaro Cabrejo
La curaduría permanente del museo se divide en cinco salas encabezada por la “Pieza del mes”. La sala “Hábitat y estilos cerámicos” enseña las peculiaridades de cada pueblo indígena respecto al trabajo de la cerámica en piezas de un alto y hasta impresionante refinamiento técnico e ingenio formal. “El hombre y su percepción del medio” me aproxima a usos utilitarios de la cerámica y como esta también nos puede contar hoy acerca de una idea de espacio en aquellos tiempos. “Chamanismo” se concentra en las representaciones de los lideres espirituales y da bienvenida a la sala llamada “Urnas”, una habitación en la que las pulcras vitrinas de salas anteriores toman un segundo plano al darse la inmersión dentro de una interpretación del hipogeo bañada de rojo qué contiene a su vez una techumbre bajo la cual hay reunidas urnas funerarias de tribus distintas; una placida metáfora a la antigua cosmogonía del más allá. Al final me hallo en una estancia nuevamente colonial un comedor con sus sillas, altares domésticos y una mesa con flores frescas intentan posicionarme en aquellos días mientras se ve desde la ventana “la cara oculta” del Monumento a la Batalla de Ayacucho.

Fotografía: Alvaro Cabrejo
Creyendo despedirme me dejo embrujar por pinturas murales en las paredes del balcón interior que representan paisajes aparentemente europeos y motivos figurativos, pero me entero que aún faltan por recorrer las curadurías temporales. Este eje curatorial es una grata sorpresa que pretende el “encuentro entre dos mundos” al enfrentar piezas de la colección de cerámica precolombina con intervenciones contemporáneas dando lugar a reflexiones y soluciones formales propias de nuestros días. “Mascaras” contrapone representaciones de la cabeza humana con la fotografía, “Cerámica Sónica” propone objetos capaces de producir sonido dialogando con una videoinstalación y “Rostros” reflexiona en torno a la representación de la figura humana y la genealogía en conjuntos cerámicos qué son acompañados a su vez por una sutil instalación con tubos fluorescentes.
"Esta edificación y su contenido es clave en mis investigaciones por su arquitectura, las colecciones precolombina y colonial, las estrategias museográficas y la variedad de grutescos, rocallas, gobelinos, damascos, cenefas, frisos y trampantojos pintados al temple"

Fotografía: Alvaro Cabrejo
En un marco de lo afectivo considero haber encontrado uno de los secretos mejor guardados de la ciudad (que ahora comparto con usted) que con ojos actuales alude a una memoria ancestral compilando diferentes periodos de la historia nacional que coexisten y se comunican con otros pasados. Ya en un ámbito dialéctico es un sujeto de estudio habilitado para el más mínimo acercamiento o una investigación ya estructurada. Esta edificación y su contenido es clave en mis investigaciones por su arquitectura, las colecciones precolombina y colonial, las estrategias museográficas y la variedad de grutescos, rocallas, gobelinos, damascos, cenefas, frisos y trampantojos pintados al temple; que hacen de este lugar un claro ejemplo de una atemporalidad constituida por una alta concentración de historia.
Fotografía: Alvaro Cabrejo
Escrito bajo un aturdimiento temporal y el ímpetu de escudriñar. (circa 1200 – 167? – 2017)
Bitácora plegable de Alvaro Cabrejo.
Situado en la Carrera 6 # 7 – 43 (Bogotá, Colombia)
www.musarq.org.co