Me encontraba en mi casa en el centro de Bogotá el día 9 de abril de 1948 cuando sucedió el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Escuché los gritos y la conmoción en la calle, y supe que algo terrible había ocurrido. Salí corriendo de mi casa para ver lo que estaba sucediendo.

Al llegar a la calle, me encontré con una multitud enardecida de personas que se habían congregado en la Plaza de Bolívar. La gente gritaba y lloraba, exigiendo justicia por su líder asesinado. En medio de la multitud, vi cuerpos tendidos en el suelo, algunos ensangrentados y otros sin vida.

De repente, la situación se tornó aún más caótica. Un grupo de jóvenes comenzó a incendiar algunos edificios en las calles cercanas, mientras que otros empezaron a lanzar piedras y objetos a la policía. El caos y la violencia se apoderaron de la ciudad, y las llamas y el humo cubrieron el cielo.

 

“la policía y el ejército parecían estar más interesados en reprimir a la multitud.”

 

En medio del tumulto, me acerqué a un joven que estaba enardecido y le pregunté por qué estaba causando tanto caos y destrucción. Él me respondió que estaba cansado de la injusticia y la corrupción, y que estaba dispuesto a luchar hasta las últimas consecuencias para conseguir un cambio real en su país.

Las calles de Bogotá se convirtieron en un campo de batalla. Los disturbios se extendieron por toda la ciudad, y la gente empezó a saquear tiendas y edificios gubernamentales. Los bomberos y la policía intentaban controlar la situación, pero la situación estaba fuera de control.

En medio del caos y la violencia, la policía y el ejército fueron llamados a intervenir en las calles de Bogotá. La presencia de las fuerzas de seguridad solo aumentó la tensión y el miedo en la ciudad. En lugar de detener la violencia, la policía y el ejército parecían estar más interesados en reprimir a la multitud.

 

“me encontré con una multitud enardecida de personas que se habían congregado en la Plaza de Bolívar”

 

Las calles se convirtieron en un campo de batalla, con la policía y el ejército disparando contra la multitud. La gente corría en todas direcciones, buscando refugio y tratando de escapar de la violencia. Pero muchos no tuvieron tanta suerte. Me horrorizó ver cómo las fuerzas de seguridad arrastraban a la gente a la cárcel sin ningún motivo aparente, golpeándolos con palos y disparando. Fue una muestra espeluznante de la brutalidad y el abuso de poder que pueden ocurrir en situaciones de crisis.

Finalmente, al cabo de varias horas, la policía y el ejército lograron recuperar el control de la ciudad. Pero el daño ya estaba hecho. Miles de personas habían resultado heridas, y se estima que más de 3.000 personas habían muerto en los disturbios y la represión posterior.

El Bogotazo fue un evento que sacudió a todo el país. Fue una llamada de atención para el gobierno y la sociedad, y un recordatorio de que la gente estaba dispuesta a luchar por sus derechos y su libertad. Fue un momento de cambio y transformación, que tuvo un impacto duradero en la historia de Colombia.

 

“Miles de personas habían resultado heridas, y se estima que más de 3.000 personas habían muerto”

 

Hoy, 75 años después del Bogotazo, todavía siento la emoción y el dolor de aquellos días. Aunque fue una tragedia sin precedentes, también fue un momento de heroísmo y valentía, en el que la gente común se unió para luchar por una causa justa. Espero que nunca volvamos a vivir una situación como esa en nuestro país, pero también espero que nunca olvidemos la lección que nos dejó el Bogotazo: que la lucha por la justicia y la igualdad es algo que nunca debemos abandonar.

En los años siguientes al Bogotazo, Colombia experimentó una serie de cambios políticos y sociales significativos. Aunque todavía quedaba mucho por hacer, el Bogotazo fue un catalizador para el cambio en Colombia. La gente se dio cuenta de que podía tener un impacto real en la sociedad y en el gobierno, y se sintió motivada para seguir luchando por sus derechos y por un futuro mejor.

Para mí, el Bogotazo fue un momento que nunca olvidaré. Fue una experiencia aterradora y conmovedora que me hizo reflexionar sobre la importancia de la justicia y la igualdad en nuestra sociedad. Espero que nunca tengamos que volver a vivir algo así, pero también espero que nunca olvidemos la lección que nos dejó el Bogotazo: que la lucha por la justicia y la igualdad es algo que nunca debemos abandonar.