Los franceses tienen un dicho muy cierto: "Si una mujer dice que está bien pero no puede encender su cigarrillo, está mintiendo". Lo recordé en ese momento en que Hanna intentaba sin tener éxito prender el bricket. Me miraba con la ira sacudiéndole el brillo de los ojos. Me odiaba. Qué raro, pues hacía cinco horas habíamos caminado por la calle en medio de obleas y faroles mientras me decía que me amaba y que ella no pensaba casarse, pero si lo hacía, sería con un hombre como yo. Ahora no, ahora ahí estaba ella sentada en la cama refunfuñando sin poder sacarle una pequeña flama al encendedor de mierda, como lo llamó en ese momento.

- ¿Te ayudo?

- ¿Qué me va a ayudar usted si lo único que hace es venir a joderme la vida?

- Déjame ayudarte.

 - No.

La dejé en paz, las mujeres cuando están de mal genio son como una picadura de zancudo, entre más pique menos se debe rascar. Aún no entiendo cómo las amamos. Están enfermas, locas y joden como ningún otro ser sobre la faz de la tierra jode. Si todos jodiéramos así, pasaríamos la vida diciéndonos entre todos "no me pasa nada", "estoy bien", mientras por detrás nos morimos por sacarnos los ojos. Ya no me miraba cuando por fin pudo prender el puto cigarrillo, como así lo dijo sin más, se miró al espejo alistándose para irse. 

- ¿Ya te vas?

- No, me voy a quedar a dormir ¿No me ve la pijama puesta?

Suspiré cansado. Gran error.

- ¿Muy cansado de mí? Tranquilo que ya me voy, fresco. Puede traer a quien se le dé la puta gana -dijo, comenzando a gritar-. A sus amigotes o a cualquiera de esas perras. A ellas si no les suspira como si fuera la víctima ¿cierto? a ellas no, malparido -subió el volumen otro poco-. Ustedes los hombres si son todos iguales. Uno puede hacer lo que sea por ustedes y la tratan a una como una mierda. Pero fuera una una piroba de esas que les pone los cachos y no los llama y si se pierden tres días les vale un culo, ahí si la tratarían a una bien. Pero fresco, que ya me voy y lo dejo en paz -dijo bufando.

- ¿En serio te vas a estas horas sola? A esta hora no pasan buses -otro gran error.

 - Yo me puedo cuidar sola, no necesito ni de usted ni de nadie. ¿O es que se cree tan importante? No mijito, usted no sabe cómo son vueltas. Usted está aquí hoy, pero si se larga, sí, me dolerá, pero yo sin usted puedo vivir tranquilita -lo anterior lo había dicho gritando. 

No le dije nada y siguió arreglándose, me senté en la cama mientras ella buscaba su chaqueta. Encendí un cigarrillo y me reí un poco al recordar como ella casi no pudo hacerlo. 

- Así se reirá a la espalda de una cuando está con sus amiguitas...Hijueputa -se puso la chaqueta y se fue dando un portazo.

Me recosté en las almohadas. En ese momento Simona salió de debajo de la cama. Mientras Hanna había gritado, ella había estado escondida allí. Apoyó las patas en mi pecho, alcé la mano e inmediatamente ella restregó su cabecita contra ella. Me lamió los dedos y dijo "miau". Me dieron ganas de Soda Stereo y me enderecé para poner una canción. Al apoyar mi mano le quemé la cola a Simona, que maulló de dolor. Se bajó de la cama y comenzó a lamerse donde la había herido. Le pedí perdón y me acerqué a ella. Al principio se mostró reacia, pero luego acercó su cabeza a mi mano y la consentí otra vez.

Mi opinión acerca de la zoofilia, es que es bastante práctica.