Campesino carranguero
Con su ruana, con sus coplas,
Con su hedor a tierra y sudor,
Con sus dichos, con su sombrero,
Con sus cantares, con su son.
Tocando cuatro palitos,
Cantando de lo que son y no son,
Tendiendo su mirada al horizonte,
Pensando en la china que ya partió.
Así suena el verso del campesino,
Escuchando su canción,
Desde lo cotidiano me pregunto,
¿Acaso es filosofía su pregón?
El occidental en su trono de la verdad,
Dirá que no, que eso no es Kant,
Que de eso no se puede pensar,
¿Pero acaso solo hay una forma de filosofar?
En la filosofía tradicional hay prejuicios hacia el pensamiento indígena
¿Qué es la filosofía? Y ¿qué se puede entender por filosofar? Desde lo hegemónico de occidente la filosofía tiene unas exigencias específicas que no pueden ser eludidas a la ligera. Es necesario el rigor y la forma a la hora de filosofar; tener en cuenta la tradición y a los grandes autores. Como lo dice Julio Cabrera: “a. La universalidad de los contenidos, b. El rigor de la exposición, c. El carácter argumentativo del desarrollo, d. El apoyo histórico occidental de la referencias, e. La actitud política progresiva y f. El carácter estrictamente conceptual” (Cabrera, 2019: 9). Esas son las grandes exigencias de la filosofía occidental, tradicional, hegemónica. El filósofo colombiano Juan Cepeda se pregunta: “¿acaso los indios que habitan lo que es la actual Latinoamérica se preguntaron por el sentido de ser?” (2012: 15). Pregunta que trasciende lo Latinoamericano, que toca a todos los olvidados del mundo, a los que están en el sur, abajo.
En la filosofía tradicional hay prejuicios hacia el pensamiento indígena, ante las formas de conocimiento de la periferia del mundo occidental. Según Cepeda (2012), siguiendo la huella de Paul Radin, estos prejuicios serían: considerar a los aborígenes como inferiores debido al gran abismo cultural, la simplicidad de su comportamiento, ya que al momento de la conquista mostraron, algunos pueblos, poca resistencia ante los invasores. Se consideraba a los aborígenes como el primer estadio de la evolución cultural, algo así como haber retrocedido en el tiempo y poder ver en vivo y en directo lo que sucedió antes de ser humanos en todo el sentido occidental de la palabra. La lengua de estos pueblos también sería un impedimento, pues puede que no cuenten con la estructura necesaria, como el griego o el alemán, para poder llegar a filosofar. Si es desde occidente que se define el filosofar, pues no hay estructura filosófica en las lenguas y culturas aborígenes. “Pero lo que ha sucedido es que no se han sentado a la misma mesa y en igualdad de condiciones los unos y los otros, sino que ya, con los prejuicios ganados, se les hace decir a los aborígenes lo que los filósofos quieren decir.” (Cepeda, 2012: 18). Por su parte Cabrera afirma que: “el meta-concepto vigente de filosofía, que engloba muchos conceptos diferentes, es reductivo y no descriptivo.” (2019: 9). Entonces no es necesario estar esperando la aprobación restringida de occidente, se puede pensar a la filosofía desde un horizonte propio, creer que es posible comprender las formas de pensamiento sin tener que estar buscando adecuarlas a la imposición europea.
la filosofía latinoamericana apunta a saberes no convencionales
Las comunidades indígenas en su cosmología tienen una profunda forma de ver la existencia, pero no es un conocimiento formal, académicamente estructurado y la mayor parte de su contenido se encuentra en la tradición oral, que muchas veces es despreciada. La palabra y el pensamiento se entremezclan con las historias, el mito, lo mágico y lo religioso; ello le da un carácter netamente comunal. “Lo propio de las comunidades indígenas radica en no permitir que el pensamiento individual llegue a tiranizar a los integrantes de todo un grupo, ni aunque dicho pensamiento se presentase con visos de realidad” (Cepeda, 2012: 22). Mario Mejía Huamán, en su ensayo La cosmovisión andina y la reflexión filosófica: conceptos andinos con los que se puede filosofar, afirma que se puede hacer filosofía desde las lenguas indígenas latinoamericanas, que pensar conceptos filosóficos teniendo en cuenta categorías en quechua, posibilitará “sustento de nuestra reflexión y praxis, y que mejor si estos fueran una alternativa para el pensamiento universal.” (Huaman, 2012: 87). Según Estermann la filosofía andina busca superar la limitación lógica occidental al separar lo filosófico y religiosos, el saber y la salvación.
Entonces se puede afirmar que la filosofía latinoamericana apunta a saberes no convencionales, en la que no se endiosa a la razón, ni se subestima lo sensorial, según Cepeda, “la palabra debe ser sintiente” (2012: 23). La filosofía es la sabiduría que brota de la reflexión existencial que atrapa a la vida como “un pensar sintiente” (Cepeda, 2012: 24). Los filósofos teniendo en cuenta la tradición serían individuos que escriben formal y sistemáticamente; que tienen en cuenta la rigidez e inflexibilidad de las ideas hegemónicas. Pero como se trata de mostrar una alternativa a la filosofía tradicional desde Latinoamérica, el filósofo no será entendido como un simple académico encerrado entre las cuatro paredes de una facultad o biblioteca que sueña con alcanzar la verdad. Se entenderán como “seres humanos dedicados al ejercicio racional de pensar (sin que su objeto de estudio sea la razón ni sus métodos sean meramente racionales)” (2012, Cepeda: 24). Se trata de una reflexión con una clara tendencia a la sabiduría.