La carranga
En la radio de la abuela sonaba,
Pero uno de joven no escuchaba,
Que era música de viejos pensaba,
Sin saber que la carranga al ser apalabraba.
La música campesina es el reflejo del diario vivir de la gente laboriosa del campo. La carranga nace de la música que hacen los campesinos de Boyacá, departamento ubicado en la región andina colombiana. La palabra carranga es un regionalismo, que denota un animal muerto o enfermo, que se usa para hacer embutidos como salchichón o la tradicional longaniza. Se sabe que un animal enfermo o muerto de forma natural, es un riego para la salud. El carranguero era visto como un delincuente y tratar con ellos no era muy decoroso, pues eran traficantes de carroña. Es curioso como un género música lleno de armonía y belleza composicional, como la carranga, tenga ese nombre. Al pensar esta característica de la carranga desde la lógica negativa, la lógica andina, se le puede dar más sentido, ya que no se niega lo malo de la existencia, lo feo. También puede ser un proceso de fagocitación, en el cual el estar del campesino rebasa el mero ser, pues se entremezcla lo de abajo, lo marginal con lo sublime de la existencia, una actitud netamente andina. Así como el encuentro con el mendigo de Cuzco del que habla Kusch en América profunda, el cual hace que el turista busque el sentido de la existencia, pero lo hace de lejos, tomando mano de la respetable objetividad del buen burgués y su conciencia político-económica. En la carranga sucede lo contrario, empezando por el nombre, no se aleja de lo negativo de la existencia. “La fagocitación es una ley primitiva que consiste en que sea natural que haya distensión y que la tensión, como la del ser, sea antinatural o circunstancial” (Kusch, 2000: 201). Hay cierta pasividad, dice Kusch, en la cultura agraria.
Pero ¿qué artista le pone un nombre de estos a su música? Un raquireño llamando Jorge Luís Velosa Ruiz.
Un hombre común, humilde, soñador, con el temperamento recio del Boyacense; con unas metas muy claras en su vida y buscador de motivos para escribir lo que tanta gente ha querido decir, y él, con el mejor humor y con su forma sin igual escribe, dice y canta lo cotidiano en los términos que todo su pueblo entiende y disfruta. (Panoe, 1999: 93)
En los años setentas partió de Boyacá a la capital a estudiar veterinaria en la Universidad Nacional. En medio de la agitación social de la época, en la que imperaba la música protesta venida de Cuba y Argentina, llega la música campesina, que va más allá de la protesta. Velosa, el raquireño, junto a Javier Apraez, pastuso; Ramiro Zambrano, santadereano y Javier Moreno, bogotano, forman un conjunto de música campesina, con la particularidad que hace énfasis en el uso del tiple. Participan en un concurso de música en una emisora chiquinquireña, les fue tan bien que quedaron fuera de concurso, y fueron invitados a hacer un programa en el espacio radial llamado Canta el pueblo. Es ahí donde aparece el concepto de carranga.
Canta el pueblo
Porque tiene mucho que cantar,
¡Viva el que se echa una canta!
¡Viva el canto popular! (Velosa en Los Puros Criollos, 2019)
La música campesina es una mezcla entre lo indígena y español, es un proceso sincrético. Estermann (2006) afirma que la cultura andina no era cerrada o monolítica, que estaba abierta al diálogo, pues las culturas neutrales solo existen en los museos.
Cada región toma lo que más le llama la atención de la música e instrumental de los grupos con los que se veían involucrados. A partir de este obligado intercambio, las regiones en Colombia comienzan a formar su propia riqueza musical e instrumental y se generan expresiones musicales en una forma que se podría denominar “híbrida”. (Panoe, 1999: 65)
En la región andina se dieron ritmos como el torbellino y la guabina; mientras que en la costa se dio el vallenato y el merengue vallenato. En la costa nace la famosa disquera colombiana Discos Fuentes, la cual lanza al mercado el merengue vallenato. Muchas regiones empiezan a tomar estos ritmos y hacen sus adaptaciones. El papel de la radio es vital, pues era la única forma de entretenimiento e incluso educación en Boyacá, basta con recordar a la radio Sutatenza. Este proceso de adaptación del merengue vallenato en Boyacá se dio con cuatro instrumentos, a saber: el tiple, requinto y guacharaca, mientras la guitarra hacía los bajos. Hay tres etapas: la primera es la imitación del merengue vallenato; la segunda, el cambio de las letras a forma de parodia y la tercera la elaboración de letras propias. “Esta etapa comienza por plasmar el sentir campesino en sus canciones con su humor, su copla a veces picaresca, su amor por la naturaleza, su entorno familiar y sus problemas de campo. Este nuevo merengue fue llamado “merengue campesino”.” (Panoe, 1999: 68). Esta nueva música invitaba a bailar, pues un dicho carranguero dice que “la música entra por lo pies”. Hemelinda Díaz una campesina boyacense dice: “es pa la jiesta, con la otra música uno no sabe cómo mover los pies” (Los Puros Criollos, 2019). Y así empieza a hacerse popular la carranga. En 1977 nace el grupo Jorge Velosa y los carranguero de Ráquira, en 1980 sale su primer disco, que vende 500 mil copias, algo impresionante para la época, pues no tenían asesores de imagen, de logística o mercadeo, un fenómeno digno de ser pensado desde la perspectiva de la fagocitación, pues a pesar de la lógica del mercado en el mundo de la música, la carranga logró superarlo, se puede decir que devorarlo y salir victoriosa. El grupo de Velosa tuvo gran difusión incluso en la televisión, en series como Don Chinche, Romeo y buseta, y la película Sumercé estéreo. Fue tanta la popularidad, que fue el primer grupo colombiano en tocar en el legendario Madison Square Garden en 1981, aunque cuenta la anécdota que una limosina pasó por el grupo, y que la verlos con sus pintas campesinas y carrangueras decidieron seguir derecho, les tocó a los carrangueros llegar por sus propios medios al mítico teatro. (Los Puros Criollos, 2019).
La carranga tiene su cuento,
El chispazo y también lamento,
Pensamiento, palabra y obra,
Como dicen por ahí,
Pero más que definiciones,
Peroratas y mil canciones,
La carranga es lo que siento
Y es mi forma de vivir. (Velosa en Los Puros Criollos, 2019)
Para hablar de la identidad de la carranga, se puede empezar por lo formal, lo material. Los instrumentos como ya se dijo son: la guitarra usada para los bajos, requinto, tiple y guacharaca. El tiple es la gran innovación de la carranga, pues le da un papel protagónico al hacer los punteos, el requinto es el que pone el sabor, el ritmo para bailar y la guacharaca que la mayoría de veces la toca el cantante, es la percusión, un dicho carranguero dice “guacharaquero que se respete, rompe la guacharaca”. También se usa la dulzaina, instrumento campesino, que era característico de los gañanes, los pastores de bueyes. Pero claro, no faltaron los intentos de modernización a la carranga, introduciendo instrumentos eléctricos, pero según Renato Panoe no fue muy bien recibido por lo seguidores. Uno de los nuevos grupos, Los Rolling Ruanas, conformado por jóvenes bogotanos que continuaron con el formato clásico de la carranga, tienen una canción, Más allá del tiempo, que habla precisamente de los instrumentos, dando trascendencia a estos, pues se sabe que para los músicos, su instrumento es más que un simple objeto, toman un ser propio que va en contra de la lógica tradicional.