Aunque la población esclava en el territorio colombiano, para 1851 cuando se decreta la abolición, fuese escaza, este acontecimiento está inscrito como un paso de los cambios que traía la república frente a la sociedad colonial. Por aquellos años también Venezuela, Ecuador y Perú darían el paso hacia la libertad de todos sus conciudadanos. Sin embargo, habría de esperarse décadas posteriores para que Brasil y Cuba tomaran este camino, dando fin a una institución que había perdurado en el continente americano desde la conquista. 

Como efeméride, hoy primero de enero, en Colombia, quienes conocen el primer artículo de la “Ley de libertad de esclavos”, saben que se pudo respirar un clamor de júbilo, no por el inicio de un año, sino por el comienzo de una vida como libertos. Para que aquél acontecimiento se diera, tuvo que darse con anterioridad una serie de debates sobre la pertinencia, tanto económica como social, que traía dejar a una población en libertad. Algunos decretos ya habían sido dictaminados desde inicios de la independencia pero no tuvieron buena acogida en la sociedad, debido a las impertinencias de las batallas de independencia y la propiedad que tenían los amos sobre ellos. No obstante, una de las leyes que creó el mayor paso hacia una abolición paulatina fue la libertad de vientres y juntas de manumisión, pero su funcionalidad se vio afectada por la corrupción y falta de interesa de las autoridades por este proceso. La antesala de la libertad en 1852, además de esta serie de leyes, fue una guerra que pretendió no dar inicio al decreto de José Hilario López. Derrotados, meses después se da libertad total en Colombia.

 

Por: 
Andrés Camilo Suárez Garzón