Leer a Franz Kafka por primera vez es un desencuentro que deja a pocos indiferentes. La opresión en cada relato y novela ataca desde una trinchera que no se alcanza a vislumbrar en un primer momento. Alguna vez escuché la explicación de este universo kafkiano así: “alguien hizo algo mal, pero nadie tiene muy claro qué”. Personajes principales que desfilan frente al lector caminando en círculos, recorriendo largos trechos que se encuentran finalmente con la irrealización, con la proyección frustrada, con la puerta de La Ley bloqueada. Es el acontecer alrededor de un imposible que no logra ser alcanzado; a pesar de rumiarse una y otra vez con el candor de sus protagonistas, la vergüenza nos sobrevive y finalmente nos topamos con un vacío demasiado sólido para ser quebrado o echado a un lado.
Esta idea de los obstáculos imposibles, de este devenir sísifico tan claramente plasmado en piezas como Un mensaje imperial, es una constante que se manifiesta de diversas formas a lo largo de esta suerte de biografía psíquica que es la obra de Kafka. Podemos comenzar analizando (En relatos como La Condena) la esfera del padre, esa absolutización de la voluntad ajena y del poderío moral, físico, psicológico y simbólico del poder paterno que dirige el cuento más allá del quehacer del protagonista, siendo evidente en diversos relatos que es esta esfera la que define al individuo, al narrador, a esa objetividad no tan objetiva que nos brinda como primer elemento de la historia su propia interpretación. La paradoja de hallarnos frente a un personaje cuyo universo es definido por sus propias percepciones pero que sin embargo nunca encuentra una salida, un camino a seguir, un rol que jugar.
“alguien hizo algo mal, pero nadie tiene muy claro qué”
Llevado a sus elementos primordiales, y como herramienta metodológica, los temas en la narrativa kafkiana podrían ser analizados desde dos categorías: el movimiento y lo estático. Siendo el movimiento todo suceso que ocurre, puede ocurrir, es proyectado o que podría haber ocurrido, así como cualquier acción emprendida, proyectada o imaginada, lo estático por oposición refiere los obstáculos y delimitaciones que tiene este acontecer. Para poner un ejemplo claro podemos remitirnos a Ante la ley. Partimos de un personaje principal que da por sentadas las leyes del universo en que se encuentra, intenta, sin convicción y nunca por medios violentos, cruzar la puerta pero el guardián no cede, y su participación en el cuento sólo parece amplíar la brecha del campesino frente a La Ley. Infinitos guardianes, cada uno más poderoso que el anterior, esperan -supuestamente- detrás de la puerta, de las infinitas puertas que se interponen entre el campesino y su meta –esta también es definida por dicha esfera de lo inamovible que trasciende al protagonista. En el relato entonces encontramos varios elementos: La puerta, el guardián, el campesino, la meta de cruzar el umbral, La Ley y las proyecciones del guardián respecto a lo que hay al otro lado, así como sus incitaciones al hombre de cruzar. Como elemento dinámico (movimiento) tenemos la curiosidad del campesino por cruzar, motor que lo lleva a desenvolverse en el cuento casi que como único agente activo. Por parte de la esfera de lo inamovible, el guardián proyecta acciones hipotéticas, pero no efectúa ninguna y se presentan en el relato como simples promesas de ineludible fracaso para el campesino. Podemos decir entonces que hay movimiento en el cuento pues suceden cosas. El campesino en efecto intenta cruzar, pero de nuevo lo inamovible supera su intención –sin mucho esfuerzo, valga decir- y finalmente la situación no es alterada, la puerta no se cruza y, paradójicamente, ni el movimiento ni lo estático se comprueban, pese a ser lo estático lo que prevalece. Son las figuras de la puerta y el guardián, la irreductibilidad de la presencia de estos elementos, así como el planteamiento del cruzar la puerta como un fin. Todos estos elementos son a la final dispuestos por esta esfera de lo inamovible, de lo estático. En esta medida el sujeto y sus acciones solo tienen consecuencias en apariencia, más en el campo de lo que realmente sucede, esta afectación del protagonista en su entorno, es una vana esperanza.
Sin embargo, existe otra pieza en la cual esta oposición –aparente por demás- entre lo estático y el movimiento se ve de manera mucho más esquemática.