En la Rusia caótica de finales del siglo XIX, una organización pretende hacer lo imposible: mantener al zar Nicolás II en el poder. Detener el avance de la revolución sería impensable a menos que se recurra a métodos desleales y ruines. Cada vez se hace más fuerte el progreso de los revolucionarios y la abdicación del zar parece inevitable… ¿Qué debería hacer el líder de la organización? ¿Cómo podría desviar la atención del público?
La ilusión eterna o los protocolos de los sabios de Sion es una obra que ilustra los conflictos psicológicos de aquellos que conviven en medio de la guerra y la conspiración. Y no sólo nos referimos a los actores principales, también las personas más alejadas se ven sujetas a las vicisitudes de las problemáticas sociales. Las relaciones se entretejen en el libro de tal forma que es difícil para un lector establecer la importancia de los personajes. Nos referimos por supuesto a la ubicación del protagonista, el antagonista, etc. El individuo se ve inmerso en la revolución de un pueblo y se ve obligado a enfrentarse con su destino. Rusia es el escenario siempre y todos hablamos el mismo idioma, porque sin darnos cuenta ya no estamos al margen de lo que sucede, y los acontecimientos de aquella época los asimilamos como ciudadanos del mundo actual. Discusiones universales y eternas sobre el poder y la ley, el bien y el mal, las mujeres y el odio... Por lo demás, se tiene la peculiaridad de una novela psicológica, ya sea histórica o fantástica: siempre hay demonios sin nombre que el autor nunca imaginó, pero que están ahí, atacando al lector cada momento.
"Pareciera como si el autor pretendiera poner en un mismo nivel todas las implicaciones sociales de la vida: el trabajo, el amor, el orgullo, la disciplina"
El libro describe dos historias paralelas alejadas entre sí por sus particularidades, pero unidas por la idiosincrasia de los personajes. Pareciera como si el autor pretendiera poner en un mismo nivel todas las implicaciones sociales de la vida: el trabajo, el amor, el orgullo, la disciplina… La vida es un tema recurrente de la novela, aunque estemos hablando de una obra en la que la vida parece ser casi fútil para sus protagonistas. Esta contradicción es obvia por las calamidades que padecen los personajes, pero determina el punto de partida y de llegada de la obra.