La sociedad contemporánea se basa en consumos rápidos y descartables, en la producción de objetos que mantienen Un corto tiempo de vida útil, este mismo escenario se traspasa a los objetos del arte contemporáneo, y más aún, a los objetos que conforman las piezas artísticas que se exponen en distintos lugares, objetos que toman la forma de instalaciones, performances, esculturas de todo tipo, e incluso la sagrada pintura que puede ser realizada con los materiales más biodegradables para que se consuman en poco tiempo y el objeto desaparezca; un tiempo de piezas efímeras que nos muestran nuestra realidad liquida y desechable bajo una serie de discursos que pueden justificarlos y que, en el tipo ideal del arte, es un reflejo de una sociedad.
No olvidemos, además, a aquellos nostálgicos de la modernidad que sienten una suerte de apocalipsis cuando se le quita la sacralidad al objeto artístico, aquellos quienes sienten destruidos sus principios cuando se topan con la blasfema efimeridad, pues cuestiona las acciones de los grandes clásicos al poner en el escenario una nueva forma de actuar en el presente, sin tener que pensar en la preservación del objeto a través del tiempo, lo que pone en tela de juicio la aspiración de muchos artistas de ser recordados a través de sus piezas y, posiblemente, ser un referente histórico.
el espectáculo mediático es el principal elemento para imponer su opinión sobre los demás
La discusión se ha llevado siempre a lugares donde el espectáculo mediático es el principal elemento para imponer su opinión sobre los demás, claramente apoyado por hater o fans de una u otra posición, que sólo ayudaría a difundir información basada en subjetividades avaladas por parches opinadores que cobran fuerza y alcanzan a llegar a espacios legitimados lo que muchas veces repercute en acciones directas en defensa o ataque a alguna postura determinada y así crear de nuevo el ciclo de espectacularidad mediatizada. Este es el caso de la última aparición de Avelina Lesper en Zona Maco; un espacio en Ciudad de México dedicada a exposiciones de arte contemporáneo.
Para dar un poco de contexto, en Ciudad de Mexico hay una feria llamada Zona Maco que se celebra dos veces por año, en esta se exponen algunos lugares y artistas contemporáneos; la actual versión de esta feria tuvo una explosión mediática cuando se acusó a la critica de arte Avelina Lesper de “destruir” una obra de arte contemporáneo del artista Gabriel Rico. No vamos a culpar a Lesper por la destrucción de una pieza, que para el artista es algo fuerte, pero si la encasillaremos dentro de los “nostálgicos de la modernidad” por sus posturas públicas en contra de acciones performativas o efímeras y su defensa a los lenguajes clásicos.
¿sería lo mismo intentar remplazar algún elemento faltante en un Dalí a reemplazar un vidrio roto de una obra contemporánea?
La pregunta entonces es sobre la importancia de este hecho para el arte contemporáneo y, sobre todo, lo qué este hecho nos dice sobre el objeto artístico y sobre los objetos que a su vez componen la pieza artística. La graciosa contradicción que se dará con el fin de solucionar este problema estará en que cada una de las partes debe responder la pregunta ¿Qué debería pagar Avelina Lesper? ¿el objeto como pieza de arte o solamente el objeto que se rompió como objeto sin tener en cuenta valor artístico sino el valor industrial?
Entonces, regresamos al punto inicial, la importancia del objeto en el arte contemporáneo ¿sería lo mismo intentar remplazar algún elemento faltante en un Dalí a reemplazar un vidrio roto de una obra contemporánea? Cabe aclarar que es una pregunta en clave del objeto artístico y no de la figura del artista y su jerarquía en la historia del arte. Sí Lesper quisiera defender la visión del arte heredada de la modernidad tendría que reconocer al objeto dañado como una pieza artística como un todo que lo configura. Bueno, también podría, y es lo más probable, pensar que algo así no merece la categoría de “arte”, pues dentro de sus cánones nostálgicos no entraría ni estética, ni conceptualmente la pieza Gabriel Rico. Aparte de la acción performativa que repercute en este hecho para la carrera de Lesper que ha sido una fuerte contradictora de este lenguaje.
“un vidrio se puede reemplazar”
Ahora, del otro lado, Rico o la galería y feria afectada por las acciones, en defensa del arte contemporáneo, podrían considerar como respuesta frente a quienes defienden la sacralidad del objeto artístico “un vidrio se puede reemplazar” como metáfora casi objetiva de que el objeto es reemplazable cuando se trata de apropiación de elementos industriales para la solución de una pieza artística, claramente dejando de lado las implicaciones legales o comerciales que traería una respuesta u otra.
Retomando este cumulo de contradicciones en las acciones que podría desembocar en el supuesto que Lesper haya “destruido” la obra de Gabriel Rico; acciones performativas para defender el objeto como arte, denuncias de destrucción de una obra de arte contemporáneo, espectáculos mediáticos para desprestigiar o exaltar a alguien, evasión de un real debate académico, elementos efímeros o frágiles que son tomados como sacros, desacralizaciones de objetos como un todo, etc, etc, etc.
Sólo la historia nos perdonará por estás acciones contradictorias que se pueden validar tanto en el campo del arte como mediáticamente de una forma que, incluso, podrían tener fines de entretenimiento para masas del arte o masas cercanas a esta. Mientras tanto para quienes estamos pendientes de estos “shows” será nuestro placer y entretenimiento entender cuales son las posturas de cada espacio, agente, o lugar del arte contemporáneo y, posiblemente, entender sus creencias que los llevan a hacer lo que hacen.