La obra “Quebrantos” de Doris Salcedo es una muestra que habla acerca de los líderes sociales asesinados después del acuerdo de paz, en este sentido su obra se enmarca en la resignificación de estos nombres como símbolos de víctimas de la violencia y el conflicto post acuerdo.
Salcedo ha tenido en sus manos la posibilidad de materializar de manera monumental los hechos atroces de la violencia y, a su vez, con estos generar un cambio en el imaginario de las personas. Ejemplo de esto es la obra “fragmentos” que realizó con el material que resultó de la fundición de las armas de la guerra.
Ahora bien, teniendo éste panorama en cuenta, podemos decir que Doris Salcedo responde a unos lenguajes legitimados dentro del arte, en donde estos mismos no dan respuesta a las problemáticas que enuncia y lejos de incluir a todas las personas que deberían sentirse incluidas en estas piezas, las mismas personas sienten que están siendo excluidas de esta, en especial las víctimas del conflicto, las personas que viven en sectores con vulnerabilidades, los indígenas y, mucho menos. las personas que no tienen los capitales suficientes para tener una lectura de estas piezas.
...es como si dijera que las problemáticas del sistema educativo colombiano son culpa de julio profe.
Podríamos seguir hablando sobre el porqué las personas no se sienten identificadas con las piezas de Salcedo, pero estaríamos desviando todo el discurso hacia la crítica de una artista que simplemente es la más conocida de un campo. Es como si dijera que las problemáticas del sistema educativo colombiano son culpa de Julio Profe.
El problema, Si le quieres llamar así, radica en la propia estructura del campo de las artes, es decir, éste sistema es excluyente, no por su no por su razón de ser sino por sus dinámicas. Uno no encontrará un artista que diga que su obra es excluyente si está hablando sobre las poblaciones en condición de vulnerabilidad.
Sin embargo, las dinámicas propias del campo, hacen que se generen barreras tanto conceptuales como económicas y sociales a la hora de entrar en diálogo con una pieza de arte como “fragmentos” o “quebrantos”. Esto no quiere decir que el arte sea para unos pocos; el arte, como arte, debe estar al alcance de todas las personas sin importar su condición económica, nivel educativo o lugar de residencia. Pero acá entran las distintas prácticas que se generan para imponer límites en el acceso a este tipo de contenidos; los imaginarios sobre -qué es arte- y -qué no es arte- o sobre cuál debe ser el papel del arte en la sociedad, resultan en críticas que en el grueso de la población son válidas, pero en el sistema legitimado de las artes son simplemente opiniones de personas que no se preocupan por ver más allá de sus propias subjetividades.
éste sistema es excluyente, no por su no por su razón de ser sino por sus dinámicas
Entonces, el problema no solo radica en que se critique la obra de Salcedo sin los contenidos necesarios para generar una crítica artística contemporánea, que en Contexto de Doris Salcedo no llegará más allá de publicaciones en redes sociales que se perderán el tiempo, críticas que son válidas por mucha gente, pero esa "mucha gente“ no tiene legitimidad necesaria para hablar del campo de las artes dentro del mismo campo de las artes plásticas.
Ésa “mucha gente” qué entiende, y entendemos, la crítica hacia la obra Doris Salcedo por su poca democracia, y posiblemente, ser servil a unos pocos, al estatus quo desde la institucionalidad estatal y al campo legitimado de las artes, etc. Pero habría que tomar en cuenta la cantidad de artistas plásticos que actualmente hay en Colombia y que reproducen esa misma dinámica excluyente por los mismos lenguajes y procesos utilizados en su producción artística.
La obra de Salcedo, si se le quiere hacer una crítica que repercuta en el sistema artístico colombiano, para que esta incluya a quienes tradicionalmente ha excluido, se podría tomar como ejemplo para evidenciar las propias dinámicas excluyentes que están presentes en cada una de sus piezas y en cada una de las piezas del arte contemporáneo que actualmente se exponen en distintos espacios museales, galerísticos e incluso en espacios públicos.
...el público (...) debe exigirle a la artista y a los artistas generar piezas que puedan ser leídas y que entren en diálogo democrático con toda la sociedad
Podríamos entonces hablar del esquema y estructura que las artes actualmente imponen en la sociedad para mantenerse alejados de las dinámicas sociales de base, para generar una crítica real de las cosas que suceden en el país y en el mundo. Lo que Salcedo nos muestra en sus piezas, si bien para su propio campo son respuestas a las problemáticas de conflicto y de violencia en el país, para el resto de la sociedad colombiana no genera respuestas ni evidencia nada sino genera preguntas tipo: ¿Qué es esto? ¿Esto es arte? ¿Qué es arte?
Si a Salcedo, en lugar de ponerla en un paredón por evidenciar, desde el Estado, la violencia y las problemáticas del conflicto de una forma tan mediatizada que resultaría en una suerte de democratización de este contenido, la ponemos como ejemplo de la propia estructura del campo de las artes, la crítica cambia de lugar y conduce a poner en crisis los imaginarios sobre el sistema de las artes y las artes en sí.
La exigencia sobre lectura de las artes y las piezas artísticas no debe ir de la artista hacia el público sino que el público, hablando de un público ampliado en las artes, es decir la población en general, debe exigirle a la artista y a los artistas generar piezas que puedan ser leídas y que entren en diálogo democrático con toda la sociedad sin importar su formación o condiciones sociales; ya que ese es uno de los tantos fines de las artes contemporáneas, y más si se habla de crítica social y de evidenciar problemáticas de violencia en un país como el nuestro.