El Covid-19 nos encerró, a todos, pero encerrado ya estaba nuestro entendimiento. Cercado de prenociones, ideas cultivadas con esmero, nociones y significaciones. El encierro no nos va a cambiar, más bien, entre más largo sea, más cerca estaremos de mostrarnos como somos, de pelar el cobre, como dicen. En Italia cantan en balcones, aunque ya hay noticia de uno que otro supermercado asaltado, en España muestran videos graciosísimos con su particular manera de insultarse unos a otros, con su ingenio para intentar burlar la ley ¿Qué mostrará de nosotros nuestro encierro?
Que no están haciendo las pruebas, me dijeron. El compañero de trabajo de un amigo se murió del virus ese y a nadie le están haciendo pruebas, a ninguno de los que habitaban o trabajaban con él. Que por allá en Santander salieron defectuosas un montón de pruebas, y dijeron que perdón, que era una equivocación y que solo están aprendiendo, it’s my first day, dijo Homero Simpson alguna vez. ¿Y si es cierto que no están haciendo pruebas y que los enfermos los están ocultando? Yo he leído de eso, ahí en internet están las denuncias. Me deja pensativo porque yo no sé si me voy a morir o no, y yo no quiero morirme, no de eso, no de un virus y menos ahorita que ya tantos se están muriendo. ¿se imaginan que nos tocara como a los italianos y que no nos puedan hacer ni un funeral? Allá ni se pueden despedir de sus muertos, los notifican y ya estuvo, acabado el asunto, el muerto al hoyo y el vivo al encierro.
Dicen que, en España, y también en Italia, están dejando morir a la gente, este se salva y aquel no, si está muy viejo que se muera y si es joven lo salvamos. Me dijeron que eso lo hacen porque los jóvenes sí trabajan en cambio los viejos no, solo piden la pensión, son como una carga; medicina de guerra, la llamaron, o algo así. Debe ser hasta un alivio para el gobierno que todos esos viejitos se mueran porque ya no les tienen que pagar la pensión, y justo ahora que ese tema sonaba mucho. Yo no quiero que a nosotros nos toque semejante cosa, pero si es en serio lo que me mandan y las pruebas no las hacen tal vez sí nos toque. Es mejor quedarse en la casa, encerrado y sin exponerse, los demás son un peligro. Cuando aquí de la casa sale alguien a hacer la compra, cuando entra le toca quitarse toda la ropa y los zapatos, dejarlos ahí en el cesto para lavarlo todo y después que se meta a bañar para que mate el virus, eso es lo que dicen en la televisión y en las imágenes que me mandan. Ahí mismo me han dicho que el café es bueno para inmunizarnos, entonces ahora tomo más café, del ajo dijeron lo mismo y ahora como más ajo. Yo no sé si sea verdad, pero por si las dudas uno lo hace, al final, nada se pierde y si habría mucho que ganar. Pero no se vaya a confundir, yo soy estudiado, pero es que ya uno no sabe a quién creerle.
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Hay una cosa que es cierta, y es que el señor nos protege, es él el único que da y quita la vida, es por eso que en tiempos tan aciagos como estos debemos encomendarnos a él y solamente a él. Hacemos caso de lo que nos dicen las autoridades, claro, pero siempre escuchamos primero a nuestro pastor, él nos ha dicho que debemos afrontar esto juntos, como congregación, y no debemos dejarnos apartar. Claro que tengo miedo, pero la fe en el señor me protege, lo sé, porque lo siento. Salimos únicamente a la misa y luego volvemos a casa, somos cuidadosos y a nadie le hacemos daño. Que teman los que en pecado viven, nosotros no, nosotros somos libres en la gracia de dios, nuestra obediencia a él es la mejor de las curas.
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Con el COVID-19 todo es confusión, hacemos lo que mejor creemos y lo hacemos porque queremos creer que estamos bien informados. En esto, como en muchas otras cosas, en realidad de nada podemos estar seguros ¿está usted seguro de lo que cree? Vuélvalo a pensar y piense como el otro que piensa lo contrario a usted. Si él está tan convencido como usted es probable que usted sea el engañado, si usted está tan convencido entonces él es el engañado, ¿y si al final todos estamos engañados? Yo sé que nada peor que un escéptico, que posición cómoda, dirán algunos, que fastidio, dirán otros. Pero ¿cómo podemos creer en algo si de nada tenemos real certeza? Una contradicción tras otra que se mezclan con lo que queremos creer y tenemos cientos de verdades absolutas. Ni siquiera tenemos forma de comprobar mucha de la información que tenemos. Claro, creemos que estamos muy bien informados porque una pantalla nos dice muchas cosas, pero siempre buscamos lo que más cómodos nos hace sentir, en realidad decidimos cuál es la verdad, nunca la descubrimos. Nuestro mundo está hecho de lo que hemos decidido que debe estar hecho. Esto del COVID-19 solamente es otro engaño más entre los miles que a diario nos rodean. Les diría que rompiéramos el molde, pero ni siquiera podemos tener certeza de que estemos rompiéndolo cuando creamos que lo estamos rompiendo. No podemos tener certeza de nada.
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Desde que empezó la cuarentena me he sentido más sólo, más aislado, valga la redundancia. Desde mi cuarto, solamente veo la ventana de vecino, que nunca abre las cortinas, y un pedacito de cielo allá arriba, que no es mucho. Mi apartamento es pequeñito, son como 16 o 17 metros cuadrados, unos amigos dicen que vivo en un baño estudio, y con razón, porque casi que duermo, cocino y cago en el mismo espacio ¡ah, pero barato no es! El caso es que aquí no tengo espacio para nada, así que no puedo ni intentar hacer ejercicio ¿y saben qué es lo peor? ¡convivir conmigo mismo! A veces no me soporto… Paso mis días sentado en la única silla que tengo mirando al computador o al celular, hablando con mis amigos por videollamada y atendiendo a una que otra cosa del trabajo. Si no fuera por eso ya me hubiera enloquecido. Pero los extraño, extraño a mis amigos y a mi familia, a mi mamá y a mi papá, y si no me fui para donde ellos, fue por miedo a llevarles el virus, no quiero que les pase nada. Antes, yo pasaba mucho tiempo en la calle, justamente porque aquí, en este espacio, me siento sofocado. De aquí voy a salir claustrofóbico y ansioso, ojalá el gobierno me pagara la terapia que me va a tocar tomar ¡ah! pero verdad que eso aquí no importa y como soy clase media, aunque siempre a un paso de la calle, es en serio, de la indigencia, un mes sin trabajo significa para mí la calle, nada más y nada menos; pero bueno, el caso es que el gobierno a nosotros, la clase media, ni nos mira, como si la plata nos cayera del cielo.
Esta mierda de cuarentena a veces no la soporto, mi mejor momento es cuando salgo a comprar cualquier cosa a la calle, un tomate, el arroz, una cerveza, lo que sea, al menos salgo, respiro aire libre, porque no puedo decir que sea limpio. Pero cuando salgo, salgo con miedo ¿Qué tal se me pegue el Covid? ¿qué hago ahí? Sino tengo a nadie que me cuide. Dios… el dios es más de desesperación que de fe, esto necesita pasar rápido, que el gobierno colabore en algo, que garantice los trabajos, al menos que me suspendan el arriendo o las tarjetas de crédito mientras todo esto pasa, porque uno aquí, ganando poco, porque me bajaron el sueldo mientras la “contingencia pasa” y apenas me alcanza para pagar arriendo y comer mal, que algo pase, por favor, que no sé hasta cuando pueda soportar todo esto. La verdad, es que, si empezaran los saqueos, con tal de salir, iría a armarlos yo también, eso sí, a las grandes empresas primero, que esos son los tacaños que no nos quieren pagar, sabiendo que la plata que tienen se las trabajó gente como yo, pero si uno dice algo es el mero desagradecido.
Ojalá me hubiera devuelto para la casa de mis papás, allá al menos comería mejor que aquí…
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Pienso mucho en mis hijos, ninguno está en casa en este momento, se fueron a trabajar en otras ciudades y justo nos agarró todo esto y no pudieron volver, pienso mucho en ellos. A la menor, que trabaja en un restaurante la dejaron con el contrato suspendido, según lo que me dijo no es que la hayan echado, pero igual no le van a pagar ¿cómo va a sobrevivir? ¿cómo va a pagar arriendo y servicios? Hasta la comida de la gata puede que le falte, y pues uno puede aguantar hambre, pero ellos no, no tienen la culpa; si yo pudiera le mandaría plata, pero estoy sin trabajo y a mí esposo le suspendieron también el trabajo, lo bueno es que tenemos un pedazo de tierra y sacamos de ahí algunas cositas, pollos y yucas, entre otras cosas. Mi marido casi no hace caso, le he dicho que se cuide, pero es que es terco, además el encierro como que lo afecta, no está acostumbrado y se pone de mal genio rápidamente. La verdad es que a mí me pasa lo mismo, que esté aquí tanto tiempo también me pone con los nervios de punta y nos toca tener mucha paciencia el uno con el otro, no es que no lo quiera, pero a veces uno no sabe ni qué hacer. Por ejemplo, cuando sale a la calle no se lava bien las manos ni se quita los zapatos y me toca estar detrás diciéndole que se cuide del coronavirus, que eso no es ningún juego. Menos mal y en la tienda hacen domicilios, aunque es caro ahí y el D1 nos queda muy lejos, pero con tal de no enfermarnos prefiero que pagar lo que cobran.
Mi hijo mayor, ese está en Bogotá, justo allá que tantos casos hay, yo hago el deber de llamarlo y decirle que se cuide, que no salga a la calle si no es necesario y le recomiendo algunas bebidas para que suba las defensas. Él me dice que está bien, que está teletrabajando desde la casa, menos mal que él si puede, con las recetas que le mando dice que las hace, pero yo la verdad no le creo, es como su papá, a veces hace lo que se le da la gana y pues, él ya está grande, entonces ojalá se esté cuidando y no se me vaya a enfermar. Rezo por él y por nosotros, porque esto pase rápido y no se extienda. Además, dicen que en otros países está terrible, que la gente se está muriendo por montones, yo lo único que puedo tener es fe y cuidado y esperar que el gobierno haga algo bien, que el verriondo ese de Duque se despabile y le meta plata a la salud ahorita que se necesita y que la gente no sea descuidada y se quede en las casas, yo sé que es difícil, nosotros no la estamos pasando bien tampoco, pero es que si no, se nos va a alargar esto y ahí quedamos es viendo un chispero, ya Claudia López lo dijo, eso a mí me lo mandan por Facebook, y esa señora es de cuidado, se nota que tiene carácter y si nos portamos mal lo cumple, seguro que lo cumple. Ay, ojalá pase rápido esto.
Ilustración: @dero_artist