Yo no recuerdo en ninguna clase que haya visto antes la explicación de la palabra pandemia. ¿Me dieron Historia del Arte Contemporáneo y Biología?, pero a duras penas me indicaron que el SIDA se llevó a una gente.

Sé que algún día, coqueteando con otros autores (#desparche), pensé oírle.
Pero no.
Pandemia tiene un solo vocablo: πανδημία o pandēmía, que traduce 'reunión del pueblo'.
Oh. ¿Oh? ¡Oh!
Entonces, ¿un problema pandémico tiene que ver con lo que une a una población, pero también lo que forzosamente reúne a muchas personas?
Vaya.
¿Oye, y por qué debemos pagar las personas nacidas entre 1983 y 1995, el costo total de esa palabra?

En el caso de Colombia, ¿creo que a todos nos queda claro que somos un país establecido gracias a los estimulantes?
Café hasta para curar heridas, azúcar [panela] como fuente de nutrición infinita, cocaína para ser delgados y profesionales en las reuniones. No temamos asumirlo.
Y por esa tendencia de consumo, no siento raro que la droga que más está al alza en este momento de estrés colectivo sea la información digital. Sí, la de RT y CoraFavs y Likes.
Desde que arranca este siglo XXI van varias generaciones -de profesores y graduados y matrimonios e hijes- sin haberse nutrido constantemente con anécdotas sobre qué es experimentar y qué es destilar y deducir y hacer teorías e hipótesis: sobre todo, sin conocer cómo comprobar.
No necesitas estar en Facebook para que se capitalice el nerviosismo, como ya lo ha demostrado #DiosZuckerberg: WhatsApp lo hace.
El miedo de que nuestro propio Gobierno, cuya función debería ser protegernos, ¡nos clave el En Visto y nos deje a la deriva!, hoy es una de las mayores armas síquicas apuntadas contra el sobrevivo-la-semana.
En Twitter, nos estamos poniendo nerviosos cada día, con datos y métricas mundiales.
IG nos da Historias llenas de científicas y biólogos que, de otra forma, jamás serían tomadas en cuenta en el canal individual de tanto aspirar-a-fashionista.

Ahora bien, así hayas crecido con teléfono Android a la mano o hayas visto pasar del teléfono de disco en tu pueblo/casa a usar Siri, tu cerebro necesita ayuda.
Verás, si estas apps y sitios web viven del tránsito y tiempo que pasas usándoles, están monetizando tu atención. Tu capacidad de hacer memoria.
En todo este tiempo, ¿quién construyó un viaducto para la transmisión adecuada de esa información que aprendiste hoy?, ¿quiénes enseñaron la Comprensión de Lectura tan firmemente, que podemos usarla en este momento?

 

La gente que en 2001 tenían 20s y 40s se han robado la diversión y el dinero bien pago

 

No sé, pero parece obvio que poco existe de ello,
y de pronto apareció un virus y todos hicimos algo: ruido.
Y luego la muerte: omnitonal.
Después, el silencio obligando humildad.
Y tú y quienes te rodean ya deben empezar a entender que lo que la Naturaleza decide que pueda evolucionar, nadie tiene voz política ni control absoluto sobre cuánto tiempo demorará en sanarse.
Hay que asimilar que la necesidad de ganancia rápida no te diferencia del buitre carroñero: hay un término llamado necrocapitalismo. Googléalo.

Mi cerebro y corazón y tripas me dicen, como: “ser adulto” en este momento no lo voy a tomar en serio.
La gente que en 2001 tenían 20s y 40s se han robado la diversión y el dinero bien pago -la posibilidad de subir en la escalera socioeconómica- y nos contaminaron muy feo ciudades y campos. Taladraron que fuéramos padres y madres -así fuera en soltería y humillación, pero que pasara-; adquirieron poder a punta de PreGrado y Maestrías y exigen en salones de clase “muchaches sean Emprendedores, háganle, no sean como nosotros”….
pero hoy por hoy no saben si eso funcionará en una lotería genética.
¿Nos protege, en verdad?, es más, ¿cuánto dinero cuesta ser protegido?, ¿dejar una cuota para la Funeraria?, ¿si yo amenicé la tarde de una Alcaldesa o Alcaldes Locales o Gobernadores o Senadoras, tengo garantizado acceso a un test de CoVid_19, a Interferón?
Ir al gimnasio 3-4 veces por semana no iba a sobornar a un sistema inmunológico de personas de 45-65 años sostenidas por carbohidratos, azúcar, lácteos, para que fueran inmortales. Y no sé francamente si después de la muerte de esa gente, sobrevivirán circuitos de muralismo y de teatro y de Cine Emergente/Alternativo/Joven.

¿Estos líderes, prohombres y super jefas recitando a Zizek y “Teoría King Kong”, a dónde irán con su folklorismo apenas mueran aquellos a quienes no supieron tejerle red de cuidados?, ¿cómo piensan parasitar a les Centennials de la “Colombia Profunda”, en 2021?
Diciendo que irse al campo “protege del virus”, es ignorar que vivís en un país Latinoamericano en el cual si alguien no hace famosa a Totó la Momposina, se muere sin poder pagar un médico en plena miseria del regionalismo racista.
Así que “ser adulto” ahora, no creo que sea algo que me pueda enseñar esta gente.

 

Esta virosis arroja preguntas. Me gusta.

 

Impopular Opinion: A la escena musical indie y a los artistas (danza, artes plásticas, literatura, performancia, arte dramático) indies, poco o cero les parecía relevante conocer a la Ciencia Local, hasta que 2020 llegó. Cuando vea cientifiques en un video de Diamante Eléctrico o una Novela Gráfica, disfrutándose en cada celular, seré muy feliz.

Si gente en La Escena™ sabía de Ciencia antes del 2019, era reduciéndolo a las anécdotas color sepia del apellido Patarroyo. O con suerte, sabían qué diablos hacía Llinás. O una medallita de orgullo Nerd. Pero hoy es 2020.
Viviendo una #Cuarentena,
sientes que escalan los poros de sus paredes partículas de cambio.
No puedes salir, no puedes evadirle, el cambio identitario es en tu núcleo.
Y sientes esta presión, ¿cierto?, esta presión de “ya que estás en casa aprovecha, aprende un idioma, aprende pose nueva del Kamasutra, emprende un negocio nuevo, ¡haz, haz, haz!”
BASTA.
Toma una nota de la Biología, que te enseña que en la Naturaleza las cosas no se desarrollan sólo bajo presión y por estado excepcional; que te indica cómo toma tiempo y sí, arrugas, consolidar.
Córtala con esa dinámica de empacarte como pollo sin piel de mercado.
Tienes derecho a ver cómo tu rutina era pequeña.
Cómo eran diminutas las dueñas de clubs que le roban dinero al Ingeniero De Sonido; o los jefes diciendo “agradezca que le doy dónde exponer”; o los Inversores Ángel que directamente se levantan y ponen al frente de tu silla su pelvis, con la bragueta abajo, a 20 mnts del lanzamiento de tu LP/tu presentación de Danza.
Forjaste una manera de rebusque sólidamente influenciada por la postergación de cambio y la ignorancia glorificada.
La Ciencia podía enseñarte a hablar con otras formas de combatir o superar escollos.
¿Podría ser diferente, ahora, tu dinámica?

Esta virosis arroja preguntas. Me gusta.
Erosionando esta ilusión de días en que no había tales y podíamos seguir flotando,
es que se fuerza a la introspección masiva a barrios enteros que habían vuelto su vida un RealityTv.
No sólo da miedo que nunca podamos volver a los días de conciertos y fiesta: nos asusta conocernos a nosotros mismos mejor y salir al otro lado cambiados.
Tal vez, profesionales y menos egoístas. Desmitificando lo heroicos o callejeros o víctimas que hemos sido. Comparando si somos niñes buscando aprobación de mamá o si vamos por una fuerza madura que exige mejor calidad de vida.
Tal vez, aceptando que dejamos ensuciar nuestros baños y casas y ciudades porque, cual Hogar De Paso, sentimos que al menos dentro de la mierda autodestructiva nos rebelamos y le ganamos al sistema (¿?).
El cuerpo, lo que sentías, eso deberás dejar que te contextualice las amenazas a los sistemas de producción cultural. ¡Nunca más, un titular de convocatoria!

 

¿Qué tipo de vida, entonces, viviremos de acá al 2026?

 

Ah, días de pantalla.
Donde nuestro Lenguaje y risa son memes de #TheWalkingDead.
Es esfuerzo.
Adentro y afuera del agua. Adentro y bajo la superficie. Sal. Secante. Desintoxicación y desinfección. Avanzó el problema. Hay que dar brazada, una vez más la rutina. Pero, ¿y la orilla?
¿Cómo nos hemos descrito?, ¿hemos consolidado el futuro que soñábamos, de neón y autos voladores y metros subterráneos para todes?
Este tipo de preguntas son necesarias hacérselas desde el momento en el cual te avisan que existe un % de infección que te garantiza ir a entierros.

Una autora con experiencia directa sobre los efectos del SIDA, Sarah Schulman [The Gentrification Of The Mind, 2012], plantea en un libro suyo que uno de los efectos de lo pandémico es la pérdida gradual del significado de estar juntos, y la lucha porque generaciones futuras no olviden lo que tomó cristalizar esas uniones de seres diferentes.

No somos la primera generación en sentir que la pandemia evapora el futuro: chau, narcicismo.

Esto se trata de la pérdida de la gente que no se investigó y lo investigado que se quedó masturbándose en las facultades de Antropología y Sociología y Ciencias Políticas e Historia; se trata, muchas veces, que mamás y abuelos se negaron a compartir la verdadera historia emocional y sexual de tu familia, y con su muerte quedarás a oscuras en tu evolución sicológica.
Vamos a perder lo que sembraron las personas más viejas, porque no se cuidó.
Y muchas de ellas, desean morir antes de asumir dónde fallaron en concretar un mundo más avanzado. Por ello su terquedad. ¿Y ambas cosas?, está bien tomar tiempo para digerirlas.

Tal vez lo que consideré sagrado sólo era un pop-up fastidioso antes del video que deseo. Tal vez, estos años entre 2008 y 2020 fueron sólo pedazos tomados al azar, y la Edición empieza ahora.
¿Qué tipo de vida, entonces, viviremos de acá al 2026?, ¿quién, nos dará cobijo de familiaridad cuando elles no estén?, ¿quién sabrá reparar, traducir y sembrar?, ¿quién aguanta el Render?
Tal vez lo que más se siente torpe es esperar un resultado diferente de quien jamás ha hecho proceso de autoconocimiento. Ese ego que lleva a decir como gremio, “ese no es mi problema porque yo tengo mi Beca De Creación, hermano”.

No todos los problemas han sido creados iguales.

Algunos son rumor de humedad en el horizonte.
Son luego el agua entrando a cada punto de tu habitación, tu apartamento, tu taller de coworking, tu circuito de galerías y EnViVo.
Luego, es el agua ascendiendo mientras tus pulgares buscan en tu celular,
ansiosos, desplazar la pantalla porque no puedes desplazar esto de tu vida propia.

Hora de reclamar el futuro propio, con buen dinero y en colores. Al laboratorio, pues.