El acuerdo de paz resume muy bien las problemáticas estructurales a las cuales se ha enfrentado el país a lo largo de su historia, dejando en evidencia aquellas dinámicas regionales -interconectadas en el plano nacional- que han sido invisibilizadas por distintos intereses presentes en el territorio y que en su momento desembocaron en el levantamiento en armas de distintas guerrillas, en este caso las FARC-ep. 

Hoy en día debemos reconocer que este acuerdo tiene importantes logros, como lo fue el reconocimiento por parte de las FARC-ep, de los crímenes cometidos y asumir las consecuencias ante un sistema de Justica Especial para la Paz, donde no solo se busca la penalización para los crímenes, sino que pone en lugar privilegiado a las víctimas del conflicto armado y su derecho a la verdad. 

 

[…] el acuerdo de paz ha sido utilizado como estrategia política por algunos sectores de la sociedad […]

 

No debemos olvidar que logró un reconocimiento de la responsabilidad y los errores cometidos por parte del ESTADO colombiano -por acción como omisión- en temas fundamentales como la Reforma Agraria y las garantías de participación política para una democracia real en el país. 

Ahora bien, el panorama político al que se enfrenta el acuerdo de paz resulta amenazador para este. Lo anterior, debido a que el acuerdo de paz ha sido utilizado como estrategia política por algunos sectores de la sociedad, que buscan crear discursos seguir legitimando la violencia en el territorio, con el fin de obtener beneficios tanto en lo político como en lo económico. 

Ahora bien, desafortunadamente nos encontramos frente a un gobierno que desde el inicio de su campaña se opuso a este acuerdo de paz y que durante su mandato, la implementación de este acuerdo de paz se  ha visto frenada y obstaculizada, provocando un aumento de la violencia en territorios y un asesinato sistemático de líderes y lideresas sociales que luchan por mantener la paz. 

 

“la implementación y el cumplimiento del acuerdo se debe realizar independientemente del gobierno vigente y los intereses de este.”

 

Esta situación pone en encrucijada al gobierno nacional, ya que el hecho de frenar y obstaculizar puede resultar en el incumplimiento de lo pactado en el Acuerdo de Paz en la Habana; varios expertos en el tema, incluidos el Sr. Humberto de la Calle, en su ponencia en la catedra “Del conflicto a la construcción de paz” ofrecida por la Universidad Nacional de Colombia y abierta a todo el público, afirma que el Estado Colombiano puede estar cayendo en el posible delito de Perfidia (conocido así en el DIH), que consiste básicamente en aparentar “buena fe” en una negociación y luego incumplir lo pactado.

Al parecer, al gobierno colombiano se le olvidó que el acuerdo se encuentra acobijado por una comunidad internacional y que dicho acuerdo fue negociado con el Estado colombiano (como ente abstracto), no con el gobierno en curso, lo que implica directamente, que la implementación y el cumplimiento del acuerdo se debe realizar independientemente del gobierno vigente y los intereses de este. 

 

“No debemos quedarnos en la nostalgia de la guerra”

 

Por otro Lado, el Sr. Humberto de la Calle menciona que “No debemos quedarnos en la nostalgia de la guerra”. Esta frase es diciente, debido a que por un lado, está muy bien tener memoria del conflicto para no olvidar a las víctimas ni la historia de lo ocurrido, pero también nos hace un llamado a que es indispensable para los colombianos, darnos el espacio para sanar las heridas de la guerra y crear nuevas realidades en nuestro país, que nos permitan iniciar nuevos procesos que dejen la guerra de lado; Debemos cambiar el “chip” de la venganza y la guerra. Deberíamos tener una claridad jurídica, moral y de conciencia, acompañada de un activismo político activo -como menciona De la Calle- para crear la paz en el territorio. 

Por otro lado, la lideresa social Soraya Bayola de montes de María, hace un llamado de atención -durante su ponencia en la cátedra mencionada anteriormente- a no desdibujar y no olvidar el papel privilegiado de las víctimas en el acuerdo de paz, a no abandonarlas ni invisibilizarlas como ha ocurrido a lo largo del conflicto armado,  tampoco se trata de dejarlas en un papel de víctimas, sino, acompañarlas en un proceso de sanación donde nos demos cuenta de lo que son capaces de hacer y cómo pueden llegar a ser actores fundamentales en la construcción del Paz en el territorio. 

 

Debemos cambiar el “chip” de la venganza y la guerra. deberíamos tener una claridad jurídica, moral y de conciencia, acompañada de un activismo político activo -como menciona De la Calle- para crear la paz en el territorio. 

 

Lo problemático de esto, es que está muy bien la voluntad de las víctimas en la construcción de paz y no dudo en ningún momento de su importancia y el importante trabajo que realizan, sin embargo, el cambio estructural que necesita el sistema político del país no es responsabilidad de ellas, es injusto que les asignemos toda esta carga a ellas. Esta construcción de paz es responsabilidad gobierno nacional y de todos los colombianos.

Poco a poco, estamos viendo cómo se cae la implementación del acuerdo y muchos sabemos los cambios que se tienen hacer y pareciera que muchas veces normalizamos los incumplimientos por parte del Estado. Por otro lado, estamos en un contexto de total desinformación, donde -insisto- hay una normalización de la guerra, deseos de venganza y una falta de legitimidad en las instituciones y el gobierno, donde parece que en el futuro cercano solo exista fracaso y precarización para este acuerdo de paz. Donde perdamos -de nuevo- la oportunidad de construir paz.

 

Esta construcción de paz es responsabilidad gobierno nacional y de todos los colombianos.

 

Inclusive, opino que todo esto está relacionado con la falta de dimensionamiento y profundidad que tiene este acuerdo para la vida de todos nosotros. Los colombianos, no hemos entendido el alcance tan positivo que puede llegar a tener este acuerdo de paz y es preocupante que no podamos imaginar otro tipo de sociedad y otro tipo de relaciones.

Es indispensable salir de la “Nostalgia de la Guerra” que menciona De la Calle, es hora de crear nuevos escenarios, de construir una nueva realidad con más paz, ya que nunca la hemos tenido. Toda nuestra historia como nación ha sido narrada y explicada a través de la guerra, ¿Por qué no crear un mito fundacional alrededor de la paz? 

En el futuro cercano, el acuerdo peligra. Sin embargo, el Acuerdo de paz es una ventana de oportunidades para cambiar la realidad en la que vivimos y es hora de comenzar a actuar y no dejar que se siga desmoronando entre nuestros dedos, por respeto a las víctimas y a nosotras(os) mismas(os).