“Pilla lo que traigo, no es solo un visaje”. Tal vez llegamos al momento de la historia en el cual debemos desconectarnos de las redes sociales y la televisión con más frecuencia. Ese momento en el que la tierra se detiene, se sacude y debe seguir. Llegamos a un punto que jamás imaginamos protagonizar. Veíamos Black Mirror como la construcción de distopías desastrosas, pero con la tranquilidad de que no nos ocurriría a nosotros. 

Íntimos... así estamos. Nos miramos en el espejo como buscando una respuesta a lo que está ocurriendo, porque más allá de la calamidad pandémica algo está pasando; estamos siendo testigos de cambios significantes pero inciertos. Encerrados hemos tenido el tiempo de ver nuestro interior con un componente importante, es una mirada hacia lo profundo de la colectividad. No vamos como siempre, a la deriva... ahogándonos en nuestros pensamientos sobre qué somos individualmente, en esa lucha constante y diaria por descubrirnos. No, ahora vamos descubriéndonos conjuntamente, como si hubiese algo más allá de todo que nos conecta “Móntate en el viaje, pa que te relajes”. Pero no es la internet, esta solo es una herramienta fundamental en tiempos de crisis. Estamos separados y encerrados, con sentimientos y emociones que no habíamos experimentado todos, y como si entráramos en un nuevo patch de un gran videojuego, somos testigos de un cambio. Algo se remueve en nuestra humanidad, muy profundamente; las entrañas se están retorciendo, las células están alborotadas, la vida como la conocemos está variando. 

La traje a tu pantalla pa que veas que esto no es ficción ni naSi nos asomamos al cielo, si lo vemos desde la ventana, ahí está la antena: invisible... son los ojos apuntando al azul, mezclados y fundidos. Pero también si no hay ventanas, cerramos los ojos y ahí está, irradiando en ese negro profundo, estamos encontrando un nuevo renacimiento. 

 

ellos también perciben la antena y observan, como dibujantes, los paisajes desolados de las calles y las soledades necesarias

 

Somos el sol, antena de vida. Despertamos nostálgicos, discutimos, lloramos y perdonamos. Hay en nosotros células experimentando cambios en el transcurso de unos cuantos días. Por primera vez el capitalismo no pudo determinar quiénes somos, solo los dementes avaros siguen construyendo riqueza en un mundo que necesita re pensarse desde hace mucho tiempo, pero que tiene una oportunidad única en el ahora. Somos ahora la Vita contemplativa. 

Parece que todo se desmorona poco a poco, lo que sostenía un mundo artificial está tambaleando. Ya no “andamos como si fuera un hechizo, que alguien nos hizo”. Si bien aún hay personas afuera, obligados a trabajar, a seguir cumpliendo labores; ellos también perciben la antena y observan, como dibujantes, los paisajes desolados de las calles y las soledades necesarias; el silencio que deja escuchar las voces de la humanidad y sus músicas. Los animales que nunca vieron, los colores de las montañas. 

Hay personas que siempre entregaron por vocación sus días al servicio social en las calles. Ellos entendieron hace mucho tiempo que no somos mercancía y siguen ahora, deambulando por las calles, hablando con el señor que nadie habla y que nadie quiere entender. Estas personas sin duda influenciaron a quienes nunca habían salido a ayudar y ahora en crisis lo están haciendo, ahí está la antena. 

 

"Cuando pase la tormenta hasta los colores se verán diferentes"

 

Mientras todo se desmorona la humanidad está entendiendo las exigencias sociales, está comprendiendo porqué salimos a defender lo que nos pertenece, y con vergüenza, en la conciencia están aceptando la necesidad de sostener el valor de lo público; pues han evidenciado que la salud, la educación y la vida no deben ser parte de un negocio y que para que avancemos es necesario cambiar la forma como vemos estos elementos. Hay una recién nacida necesidad de reaccionar y no seguir siendo cómplices silenciosos de economías depredadoras que no pueden continuar con los tiempos que se vienen. La tierra, la humanidad y la psique colectiva están gritando y hay una antena replicando. 

Se movió todo. Cuando pase la tormenta hasta los colores se verán diferentes; las nubes se están transformando, hasta lo peor de nuestra sociedad que ha sobresalido en estos días, es un ejemplo de todo lo que va mal y la necesidad de dejarlo en el pasado; hay arrepentimiento de algunos flotando en el aire. Todo cambió. La tierra tal vez hasta se inclinó, porque los animales están tan confundidos que caminan por lugares por los cuales no se atrevían, por temor a que el cemento los terminara sepultando o por esos bipedos que con ropas encima se paseaban de lado a lado sin una antena. “Y que las tripas dancen, hacia el futuro primitivo” 

Estamos conectados viendo la evolución de algo que no creímos que ocurriera, ojalá no sea un sueño, o... ¿ojalá sí? ¿Es una distopía o una utopía? no lo sabemos; pero algo está cambiando y algo nos está conectando. Hay una dualidad tremenda como salida de una frase del Systema Solar: Quiero hacerme una antena con toda mi calavera y dar ideas