Podemos partir desde diversos puntos, un contagio de efervescencia popular en la región, la sensación de inoperancia y abandono del actual gobierno, la lección aprendida por las marchas estudiantiles del año antepasado, entre otros. No obstante, consideramos que el mejor punto de partida de esta discusión fue la actitud del gobierno nacional desde que se gestó la convocatoria de paro nacional para el 21 de noviembre, la cual podemos describir como vacilante, miedosa y profundamente alarmista. Si algo ha caracterizado a este gobierno y a los dos de Uribe, ha sido su incapacidad para admitir y responder por errores, su actitud mesiánica solo da espacio para reconocer aciertos reales o falsos.

 La estrategia utilizada se basó en la negación sistemática de los factores del llamado a manifestarse. De manera reiterada el presidente, los ministros, otros funcionarios y miembros de la coalición de gobierno, negaron la existencia de las causas del paro, por ejemplo, la reforma tributaria, laboral y pensional, lo que los promotores del paro llamaron “el paquetazo de Duque”. Aquí es importante señalar que se evidencia una apuesta doble del gobierno en su conjunto (incluyendo los partidos de gobierno y sus simpatizantes). Por un lado, el presidente Duque se presenta ante los medios de comunicación y ante la opinión pública en general como un conciliador, alguien que entiende las dinámicas de la participación social y busca generar puentes para un diálogo nacional, en entrevista con el diario El Tiempo del día 16 de noviembre, afirmó “es mi responsabilidad escuchar las preocupaciones de los ciudadanos” (...) “ mi gobierno ha mostrado que cree en el diálogo y que es posible llegar a acuerdos.” e igualmente en su alocución presidencial del 20 de noviembre  manifestó que su deseo era una “...jornada tranquila, en la que triunfe nuestra convicción de que podemos tener diferencias y expresarlas, pero sobre todo convivir pacíficamente”. No obstante, esta actitud conciliadora no se mantuvo en el tiempo, debido a presiones políticas de sectores más radicales de su partido y de la sociedad civil, motivo por el cual la forma en que Duque ha dado tratamiento mediático se puede caracterizar de oscilante y que responde solamente al inmediatismo. Y por otro lado, los alfiles del uribismo han sido muy agresivos frente al paro, suponemos, tratando de mantener la postura del presidente como conciliadora mientras ellos ponen la mano dura, estrategia que a su vez busca poner de su lado una gran capa de la población.

 Hasta que el día llegó, el 21 de noviembre inició con masivas manifestaciones en diferentes ciudades. la mayoría de las marchas fueron pacíficas, con pequeños enfrentamientos con la fuerza pública en ciertos sectores de Bogotá. Mediáticamente fue imposible eludir la presencia en las calles de la ciudadanía y si bien es imposible centrar la manifestación en un solo motivo o liderazgo, si se evidencio un cansancio ciudadano frente a numerosos temas, las reformas anunciadas, la muerte de líderes sociales, el difícil acceso a la educación y a la salud, la sensación de desgobierno de la administración Duque, entre otros. La respuesta del gobierno no se hizo esperar, en el caso bogotano al interior de las marchas se comenzó a difundir el rumor de que a las 4 de la tarde las cosas se iban a poner feas y efectivamente después de esa hora iniciaron los enfrentamientos con el ESMAD, conforme iba cayendo la noche crecieron las agresiones como lo documentaron cientos de videos transmitidos por las redes sociales. Al día siguiente las manifestaciones no mermaron y se diseminaron en diferentes partes de las ciudades. En Bogotá se presentaron bloqueos a Transmilenio, vandalismo a las estaciones y violentos enfrentamientos con la policía en zonas como Usme y Patio Bonito.

El canal City Tv transmitió ininterrumpidamente las manifestaciones durante casi dos días, al finalizar el día la alcaldía distrital declaró el toque de queda, medida que un día antes había tomado la municipalidad de Cali, desde el paro de 1977 la capital no había estado bajo esa figura. En toda la ciudad se comenzó a difundir el rumor de que bandas de asaltantes iban a saquear conjuntos residenciales, las redes sociales y los medios masivos de comunicación se convirtieron en caja de resonancia, se militarizó la ciudad y con el nuevo amanecer se comprobó que el asunto no pasó de ser un chisme, el gran problema del asunto radicó en que se hicieron múltiples denuncias donde se manifestó que las bandas de asaltantes fueron movilizadas por la fuerza pública, videos de ciudadanos ratificaron la denuncia y el propio alcalde mayor de la ciudad tuvo que salir a desmentir los rumores, este hecho está aún por aclararse.  

 Más allá de lo anecdótico y lo ridículo de estas explicaciones, el punto fundamental es que el gobierno Duque no escucha, habla de diálogos y no se reúne o mezcla con otros sectores a los promotores del paro

 El sábado continuaron las manifestaciones, en la Cra 4 con Calle 19, un grupo de jóvenes ocupaba la calle 19 cuando el ESMAD actuó para dispersarlos, varios de los presentes trataron de desviar los gases lacrimógenos, frente a lo cual uno de los policías disparó hacia uno de los manifestantes acabando con su vida. La víctima fue el joven Dylan Cruz de 18 años de edad, desafortunadamente no ha sido el único caso de exceso de fuerza por parte de la policía, se reportaron además tres muertes y varios heridos graves. Por el lado de la fuerza pública se registraron más de 300 heridos, el caso de mayor relevancia de ataques por parte de los manifestantes fue el del patrullero Arnoldo Veru, atacado con una papa bomba en las afueras de la Universidad SurColombiana en Neiva, sin tener claridad de la gravedad de las lesiones de los uniformados. Del resto de los uniformados no existe claridad sobre la gravedad de las lesiones. 

 Las consecuencias políticas no se han hecho esperar, el gobierno y sus aliados han mantenido su tesis de que las manifestaciones no tienen sentido tratando de quitarle legitimidad a las protestas, por ejemplo: La ministra de Gobierno, Nancy Patricia Gutierrez, promovió el Hashtag “No pudieron” otros líderes de la coalición de gobierno han buscado el origen del paro en la infiltración internacional, partiendo del gobierno venezolano, pasando por el “Foro de Sao Paulo” y terminando en el gobierno ruso, idea expuesta por la vicepresidenta Martha Lucía Ramírez, bajo la misma fórmula, pero mirando al interior, se ha hablado del Senador y excandidato presidencial Gustavo Petro como único causante de las protestas. 

 Más allá de lo anecdótico y lo ridículo de estas explicaciones, el punto fundamental es que el gobierno Duque no escucha, habla de diálogos y no se reúne o mezcla con otros sectores a los promotores del paro. En la reunión realizada el 26 de noviembre, no se llegó a ningún acuerdo, se dieron a conocer los 13 puntos del comité promotor, se prometieron futuros diálogos, en el marco del acuerdo nacional, planteado un día después del inicio de las manifestaciones. No obstante, tanto la falta de voluntad y capacidad del gobierno nacional para negociar con la ciudadanía como la complejidad y lo amorfo del movimiento social ha generado un crecimiento de la agenda de discusión que cada vez hace más difícil concretar acuerdos.   

Tocqueville en su realismo sabía que el gobierno no representaba a todos, pero si debía hacerlo para la mayoría, hoy vemos que la agenda gubernamental es restringida a los intereses de unos pocos

 Además, la última estocada por parte del gobierno fue el decreto ley 2111 de 2019 por el cual se crea el Holding Financiero estatal y el trámite acelerado de la reforma tributaria, bajo el eufemismo de “ley de crecimiento económico”, convocado con carácter de urgencia. En esto ha sido fundamental la colación con el partido “Cambio Radical” para lograr mayorías y generar una gobernabilidad desde las elites sin tomar en consideración las demandas ciudadanas; en definitiva acciones que contradicen posibles soluciones a las demandas de los manifestantes.

 Preliminarmente del paro emergen dos bandos: los protestantes y un gobierno sordo que mantiene su agenda por encima de las demandas ciudadanas, ¿debe el gobierno responder a todas las exigencias de las movilizaciones? evidentemente no. Además, es un asunto prácticamente imposible, pero hacer oídos sordos todo el tiempo resulta una posición profundamente antidemocrática. Consideramos que antes de extraer lecciones de lo vivido hasta ahora es mejor plantear interrogantes para el futuro inmediato y de manera más profunda a la estructura misma de lo que llamamos democracia. Tocqueville en su realismo sabía que el gobierno no representaba a todos, pero si debía hacerlo para la mayoría, hoy vemos que la agenda gubernamental es restringida a los intereses de unos pocos y que la democracia se convierte en un performance vacío profundamente manipulado ¿son las manifestaciones la nueva forma de participación ciudadana? ¿es deber del gobierno atender las exigencias por fuera de lo electoral? ¿son gobierno y manifestantes contrarios?

El año nuevo año llegó con la convocatoria para mantener el paro, el día señalado fue de nuevo el 21, esta vez de enero, con todo lo acontecido podemos extraer estas lecciones preliminares, 1. Se mantiene la tendencia del gobierno a desoír y desconocer la movilización social y las demandas derivadas de la misma, evidenciando un hecho estructural de nuestra democracia a saber su carácter restrictivo y la preponderancia del acuerdo de élites por encima la presión social. 2. En consonancia con lo anterior la estrategia del gobierno no ha cambiado desde el inicio del llamado a paro y ha sumado el desgaste de la movilización y su posterior deslegitimación y 3. Los medios de comunicación afines al establecimiento han allanado el camino para generar una percepción mayoritariamente negativa del paro.