La emergencia sanitaria del COVID- 19 evoca recuerdos relacionados con la peste negra del siglo XIV, un brote que se propagó con rapidez por el mundo, dejando millones de personas muertas.  Escena no muy distinta a la actual en muchos países del globo, pero al igual, que en el siglo XIV hubo transformaciones profundas, parece ser que el COVID-19 en el siglo XXI va tener consecuencias ostensibles en la geopolítica y en la democracia como sistema político. 

En la actualidad, la era de la información, nos pone frente a un escenario de gran confusión ante las exageradas cantidades de informes, opiniones, noticias falsas entre otras. De hecho, resulta graciosa la recomendación que hacen algunos medios, infórmese, pero no demasiado, ¿qué puede significar eso? Evite el pánico, aléjese de la realidad ¿Es ésta una postura válida para el momento actual? Desde nuestra perspectiva, la crisis no puede alejarnos de la vida pública, es absolutamente necesario informarnos no para amedrentarnos, sino para analizar las transformaciones de la coyuntura.

Las implicaciones geopolíticas de la crisis del Covid-19 parecen mostrar las siguientes tendencias: una China fortalecida en lo económico, el Kremlin mejor librado que occidente a pesar de su debilidad económica, la UE con tendencias centrífugas y EEUU con actuaciones erráticas. 

Al respecto, basta mencionar que al día de hoy la crisis parece parcialmente superada en China, desde el 6 de abril no se registran muertes, la tendencia de contagiados es a la baja y la línea de recuperación es creciente. Por su parte EE-UU registra una situación crítica creciente observable en el ascendente número de muertos y de contagiados, el día 6 de abril se registraron 1036 muertes, 13740 nuevos contagiados para un total de 380744 casos en total, según el portal worldometers, a diferencia de China que se estabilizó en 81740 casos, además es importante subrayar la inmensa diferencia de la población total de los dos países, siendo la población norteamericana la cuarta parte de la China.

 

las democracias de mercado occidentales han mostrado reveses importantes en sus sistemas de bienestar social

 

La pandemia inició en China y es evidente que los tiempos han sido diferentes, sin embargo, EE-UU ha superado ostensiblemente las peores cifras del gigante asiático. Además, la crisis desnuda las dificultades de EE-UU en su sistema de salud, laboral -seis millones de desempleados al día de hoy- y la fragilidad de su equilibrio económico; en cambio China a partir de un sistema político centralizado logró hasta ahora una respuesta eficiente frente a la problemática de salud pública mejorando sus perspectivas económicas a futuro. En efecto, en el país del gran dragón donde se ha generalizado el uso de plataformas tecnológicas como mecanismos de control del virus -panópticos de la salud- administrados por el Estado, son más eficientes a partir de un carácter social más disciplinado. A diferencia, en occidente la mayoría de países ha tomado medidas vacilantes frente al control de la epidemia dejando un evidente saldo negativo traducido en un mayor número de muertos e infectados, lo anterior debido al mal cálculo utilitario de los gobiernos frente a la recesión y las posibles oportunidades económicas de la coyuntura, la presión de la sociedad civil temerosa ante medidas restrictivas o mal cálculo de la crisis y/o clases políticas incrédulas que minimizaron el peligro. EEUU es el ejemplo perfecto de lo anterior, que en su desespero ha adelantado una medida de “protección” contra el problema del narcotráfico en el hemisferio occidental.     

Sin embargo, no solo EEUU tiene problemas, en general las democracias de mercado occidentales han mostrado reveses importantes en sus sistemas de bienestar social como el caso de España e Italia. Estos países se han caracterizado por un impacto negativo patente que ha afectado no solo la salud pública, sino también su economía fundamentalmente afectando la tasa de empleo y el sector productivo. El fenómeno anterior ha tenido dos consecuencias, por un lado, las fisuras en la UE entre los distintos países alrededor del debate sobre el rescate español e italiano, lo que a su vez puede debilitar a la UE como actor relevante en la geopolítica internacional; por otro lado, la reemergencia de discursos populistas de derecha que aprovechando la xenofobia y la aporofobia creciente se ven fortalecidos por el discurso disciplinario y el miedo colectivo derivado de la crisis que a su vez genera dinámicas disgregantes de la UE.

 

si bien EEUU va a recuperarse del COVID y seguir siendo potencia, su liderazgo cada vez se torna más frágil.

 

Por su parte, Rusia que a primera vista ha tenido un excelente manejo de la crisis, 10.131 casas y 76 muertes, a 8 de abril, en una población 146 millones de habitantes, tiene una perspectiva a futuro bastante alentadora, más allá de su manejo de la crisis y capacidad hospitalaria, es importante subrayar los siguientes factores: primero, las sanciones de EE-UU, la UE y Organizaciones Internacionales Financieras por la intervención rusa en Ucrania se tradujeron en el cierre de flujo de préstamos de capital y el pago inmediato de otros sin posibilidad de refinanciación, esto a su vez propició la contracción de la deuda pública y privada lo que tiene como consecuencia que el Kremlin no sufra ningún ajuste fiscal en el mediano plazo. Segundo, el nivel de reservas de oro y divisas que rondan los 6.000 billones de dólares de Rusia le permiten tener un manejo autónomo e incluso autárquico de la economía, lo que implica que el cierre de los mercados internacionales no tenga una afectación ostensible sobre el país. Tercero, la estabilidad de Putin en el poder es innegable, lo que le da al gigante un manejo geopolítico claro a largo plazo, además de tener la voluntad de ser protagonista en el concierto internacional.

Los rasgos descritos anteriormente permiten trazar la radiografía geopolítica actual caracterizada por una relativa pérdida de poder en el concierto internacional de la plétora de actores de occidente en relación con los diversos actores de oriente. Así, si bien EEUU va a recuperarse del COVID y seguir siendo potencia su liderazgo cada vez se torna más frágil; igualmente, la UE se ha visto golpeada por la pandemia mostrando fisuras más profundas que las del brexit y que remiten a la última crisis en donde los PIGS- Portugal, Italy, Greece and Spain- fueron los protagonistas. Por otro lado, no es posible decir que el ascenso de los distintos actores de oriente sea algo predestinado, sino que, en lo corrido de la coyuntura China y Rusia se muestran bien parados. Finalmente, es imperativo destacar que los procesos geopolíticos son de largo plazo y sutiles, por ello lo dicho anteriormente más que predicciones son elementos que se pueden entrever en el marco de una crisis. En este sentido, los efectos de la peste negra sobre las ciudades estado de la península itálica como Venecia, Génova se sintieron mucho después del siglo XIV, al igual que ascenso de la Europa del Norte y su consolidación sólo tuvo lugar hasta el siglo XVII.