No hace falta entrar en detalle sobre el contexto de la pandemia que estamos viviendo en este momento en todo el mundo, pero si quiero escribir un documento que permita generar una discusión sobre cómo se podría incrementar la creencia en la ciencia, sobre las demás creencias, para intentar prever los sincretismos que nos esperan en los momentos luego de la crisis generada por el covid19. 

Las creencias son elementos fundamentales en la vida social y, sobre todo, en la cotidianidad contemporánea. Tanto para mantener una buena salud mental, una buena vida espiritual o un bienestar subjetivo (sea cualquiera el caso) es necesario reconciliarnos con nuestras propias creencias en la religión, la espiritualidad en abstracto o con la ciencia, sobre todo con esta última; no hay que olvidar que la ciencia, aunque pueda comprobar algunas cosas, en términos generales es una creencia.

Si, la ciencia es una creencia que, afortunadamente, se basa en datos comprobables que se generan mediante metodologías estandarizadas, que a su vez es el mecanismo de legitimación de si misma bajo la premisa “si se puede comprobar con datos, es verdad”. Debemos tomar conciencia de esto para el mundo postCOVID19.

El pastor en las mega iglesias empresariales hacen sus “curaciones milagrosas” frente a miles de personas que, en términos empíricos, comprobaría “la verdad”. La ciencia también tiene su mecanismo de comprobación que supera esa simple visión empírica; podríamos decir que es una “creencia mas completa” 

 

La ciencia es como Moises: nos hace spoiler de las consecuencias de la plaga.

 

En este momento no se trata de elegir a quien creerle. Gracias a la crisis por la pandemia actual nos encontramos en un escenario donde la ciencia ha superado a las demás creencias; las imágenes del Papa haciendo sus rituales frente a una Plaza de San Pedro completamente vacía, Pastores de grandes iglesias cristianas en cuarentena y usando tapabocas por consejo de autoridades científicas, gobiernos declarados religiosos retractado sus posturas, mezquitas vacías por la cuarentena y comunidades étnicas sin tener rituales colectivos.

La ciencia es como esa persona que nos hace spoiler. En un escenario como el actual cumple el papel como el de Moisés cuando avisa a los israelitas y egipcios sobre las plagas. Si se trata de elegir, elijamos a quien en realidad nos puede dar luces sobre el futuro. Si en el texto bíblico los egipcios hubieran escuchado a Moisés, sus primogénitos no hubieran muerto. Quien nos hizo el spoiler de “algo malo va a pasar si no marcan su pórtico” fueron las autoridades científicas que nos dicen como debemos actuar para frenar esta amenaza que nos aqueja.

Hoy la marca de sangre de cordero en el pórtico de nuestras casas, para protegernos de este mal, es la realización de un simple un ritual y llevar una suerte de penitencia: El ritual se realizará mínimo una vez cada tres horas durante  20 segundos, este ritual consiste en lavar nuestras manos con un jabón que produzca espuma, mientras más espumada mejor, dicen los virólogos. Y la penitencia es quedarnos en casa por algún tiempo, así de simple, tratando de no dejarnos llevar por el estrés y el desespero de estar encerrados; como toda penitencia, es una oportunidad para que cultivar nuestras distintas virtudes, como la paciencia.

 

Todo para que para que no entre esta plaga de muerte en nuestra casa.

 

Es momento de tomar conciencia de la autoridad que tomará la ciencia en el futuro, una autoridad que estará por encima de los gobiernos y de las religiones, lo cual en principio está muy bien, por lo menos tiene bases en datos que se han legitimado y comprobado en ámbitos de la salud, la sexualidad y la alimentación. Un consejo del campo científico a los gobiernos para no afectar el medio ambiente será bien visto, una posición de la ciencia para mejorar la capacidad humana frente a las enfermedades generaría un mayor bienestar si los gobiernos también tuvieran esa posición. 

Traería muchos beneficios, incluso si se tratara de un “gobierno de la ciencia”, sin embargo, hay que dejar espacio para otro tipo de creencias rituales, no llegar a una dictadura científica y convertirnos en autómatas vigilantes de nuestros vecinos y de nosotros mismos, pero, como dijo Michel Ende, Esa es una historia para otra ocasión. 

Por ahora lo importante es acatar estos nuevos rituales que se nos presentan, pagar una penitencia y aceptar que nuestra vida ahora tendrá la palabra del científico como la más importante, como si de un profeta se tratara. No es una invitación a dejar nuestras creencias, todo lo contrario, si quieren orar, si quieren realizar sus rituales religiosos, háganlo. Siempre manteniendo la distancia con estos otros seres que se proclaman profetas, pero ponen en riesgo a su rebaño por mantener un estatus soberbio en sus púlpitos.

La invitación es a prestar atención a quienes trabajan por el bienestar de los demás, muchas veces por convicción, no por herencia de púlpitos, no por mantener la religión y política de la mano, es una invitación a no creerle todo a cualquiera, yendo un poco más allá, ni siquiera creerle todo a los científicos, ellos también se equivocan o tienen intereses, pero si, en esa negociación subjetiva sobre las creencias propias, darle el peso justo a los que poseen argumentos para tenerlo. Es una invitación, a la vez, a ser escéptico frente a cualquier información que llega por distintos medios. Y no tomar decisiones apresuradas que podrían tener efectos nocivos para la salud y la vida.