Hace un tiempo le negué ayuda a una persona que se decía artista, pues quería usar a una comunidad muysca para sus proyectos, lo que no es un imperativo para no ayudar, pero lo que me hizo tomar la decisión de no hacerlo fue que no pudo responder a la pregunta sobre qué beneficios le daría a la comunidad dicho proyecto que plantearía con los comuneros indígenas, donde usaría sus rostros y sus voces, en ese momento titubeó e hizo una serie de malabares conceptuales que no llevaron a ningún lugar, evidenciando el poco acercamiento que tiene con las comunidades y, más aún, el poco interés que tiene por la conservación de los saberes, cultura y familias muyscas en relación con el proyecto individual que pretendía realizar. 

Hace unas semanas el Instituto Distrital de Turismo publicó un video sobre la historia e influencia indígena de Bogotá, en donde mostraba a un personaje denunciado por las comunidades muyscas como alguien que se hace pasar por integrante de su pueblo, un personaje que se autodenomina muysca para obtener réditos políticos y económicos al tiempo que mercantiliza los saberes de las comunidades las cuales no se ven retribuidas de ninguna forma.

Hace poco más de un mes, los cabildos y resguardos muyscas de Cota, Chia, Sesquile y Tocancipa en Cundinamarca, con apoyo de los cabildos muyscas de Bosa y Suba en Bogotá, realizaron un comunicado denunciando el extractivismo cultural que sufre el pueblo muysca por parte de algunas personas que dicen ser de este pueblo, sin embargo, no cuentan con un reconocimiento legal, legítimamente no son de ninguna comunidad muysca y mucho menos hacen parte de las familias que tradicionalmente descienden de los pobladores nativos de la sabana cundiboyacense, sino que son directamente descendientes de colonizadores y, ahondando en eso, continúan con prácticas de colonización al apropiar conocimientos con fines lucrativos individuales, quitando espacios culturales a las comunidades muyscas y haciéndose pasar por algo que no son, dice el comunicado: "rechazamos el expolio, la expropiación y el extractivismo cultural a nuestros sistemas de conocimiento por parte del mal llamado antes “Cabildo Mayor Muisca Oriente”, ahora, Comunidad Muisca De Fo y el Sr. Andrés Pardo, alias Buntkua Yary Maku y la Sra. Catalina Vargas, alias Kata Azerah."

 

ocupa espacios culturales apropiándose del nombre de toda una comunidad a la cual no representan

 

En la localidad de Bosa existe un grupo de música que se apropia del nombre de la comunidad muysca, lo paradójico es que a pesar de la cercanía que tienen con el Cabildo Indígena Muisca de Bosa, organización que representa a la comunidad muysca legal y legitima descendiente del territorio, ninguno de los integrantes de este grupo parece ser de dicho cabildo y no aportan ningún elemento a las más de mil familias que hacen parte de esta comunidad que viven en este sector de la capital; este grupo, ocupa espacios culturales apropiándose del nombre de toda una comunidad a la cual no representan, no pertenecen y tampoco le generan algún elemento en retribución de sus acciones extractivistas y colonizadoras. 

Ejemplos como los anteriores hay muchos, personas, grupos, colectivos, programas, proyectos, etc., que toman elementos culturales, los mercantilizan, los politizan, los comercializan y los usan con fines específicos individuales dejando de lado los problemas reales de las comunidades y desconociendo completamente las luchas que históricamente han dado las comunidades indígenas de las cuales incluso han llegado a hablar peyorativamente cuando se les reclama por sus acciones colonizadoras y extractivistas. Si bien estos ejemplos se han realizado sobre comunidades muyscas, todas las comunidades indígenas del país sufren esta problemática lo que influye directamente, en muchos casos, en nuevos colonialismos y genocidios culturales en comunidades que no tienen los medios políticos o económicos para poder defenderse; todos conocen a ese amigo blanco hippie que se fue un mes "a la selva" y ahora comercia con conocimientos que "apropió" en sus viajes y "despertares de conciencia".

Pero ¿qué es el extractivismo cultural y epistémico del que hablan los pueblos indígenas? Digamos que puede resumirse en la a la apropiación, manipulación y explotación de los conocimientos, tradiciones, prácticas y creaciones culturales de los pueblos indígenas con el fin de obtener beneficios económicos, sociales o políticos, sin respetar ni reconocer los derechos y la autonomía de estas comunidades.

 

es necesario generar acciones de defensa de los derechos y logros históricos del movimiento indígena que, en el caso colombiano, ha adquirido a lo largo de siglos de lucha

 

En el caso específico del Pueblo Indígena Muysca, como se expone en el comunicado que se incluirá a continuación, se denuncia la apropiación indebida de su identidad cultural, conocimientos ancestrales y prácticas tradicionales por parte de entidades y personas ajenas a la comunidad, que utilizan estos elementos para obtener ganancias comerciales o para proyectar una imagen falsa de representatividad indígena. Lo cual puede leerse como una violación directa de los derechos fundamentales de los pueblos indígenas, que afecta la participación política de los pueblos, la representatividad que estos deben tener frente al estado y genera afectaciones directas sobre escenarios como el derecho a la consulta previa e informada, las MPC, las mesas culturales y una profundización en la negación de las luchas que históricamente han tenido los pueblos indígenas en aspectos políticos, organizativos, sociales y culturales, atentando así contra su integridad cultural y su autonomía como colectividad.

El extractivismo ahora no solo se limita a la explotación material de los recursos naturales de los territorios indígenas como históricamente se ha entendido, en la actualidad también abarca la explotación de sus conocimientos tradicionales, su cosmovisión, sus prácticas espirituales y su patrimonio cultural inmaterial.

Este fenómeno no tiene repercusiones solamente a nivel local o regional, también tiene impactos a nivel global, pues las comunidades de todos los países han sufrido de alguna manera un los fenómenos colonizadores de las sociedad occidental dominante, donde ahora se empoderan saberes que tienden a verse atravesados por la explotación económica, lo que no sería un problema si fuera porque las comunidades de donde salen estos saberes tradicionales siguen sufriendo igual y los espacios de representatividad son usurpados por estos nuevos colonizadores. por otro lado, esta mercantilización de la cultura indígena, la comercialización de los conocimientos tradicionales y la falsa representación de la identidad en espacios internacionales contribuyen a la perpetuación de estereotipos, a la desinformación y a la invisibilización de las verdaderas voces y liderazgos indígenas.

 

Antes era sangre y el oro ahora la cultura, que es lo poco que nos queda.

 

Ante este tipo de ataques disfrazados de "buenas intenciones", es imperante defender los derechos de las comunidades étnicas, el respeto, la valoración y la protección de la diversidad cultural y de los derechos de los pueblos indígenas. Es necesario, entonces, que existan mecanismos de defensa institucional por parte de las comunidades y el estado, donde exista comunicación directa para capacitar a la comunidad en general en la identificación de los pueblos indígenas legítimos y legales, y denunciar farsantes que comercian con las creencias y cosmogonías para fines políticos y económicos. 

También es necesario generar acciones de defensa de los derechos y logros históricos del movimiento indígena que, en el caso colombiano, ha adquirido a lo largo de siglos de lucha, como el derecho a las consultas previas, libres e informadas, el derecho a un dialogo de Gobierno a Gobierno con el estado, el derecho a existir con autonomía y a la defensa bajo marcos legales constitucionales que dan línea para defender a los mismos pueblos étnicos con los estándares internacionales como el Convenio 169 de la OIT y la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, para garantizar la participación activa y libre de las comunidades indígenas en las decisiones que afectan sus vidas y sus territorios y, por último, pero sin restar importancia, es importante enseñar sobre la historia y los derechos de los pueblos indígenas, así empoderar a las comunidades para exigir los espacios que algunos farsantes intentan usurpar por medio de patrañas y performances que se alejan del verdadero objetivo de las comunidades que es pervivir, seguir luchando por su unidad, sus territorios, su cultura y su autonomía; Antes era sangre y  el oro ahora la cultura, que es lo poco que nos queda.