El conflicto armado colombiano ha dejado alrededor de 9’000.000 (Nueve millones) de víctimas y aun así seguimos teniendo noticias desastrosas, como la muerte de por lo menos un menor de edad en el bombardeo realizado por el ejército Nacional en la vereda Buenos Aires, Guaviare, hacia un campamento de disidentes y re-insurgentes. No es la primera vez que ocurre este tipo de situaciones donde los menores de edad reclutados resultan siendo asesinados en este tipo de operativos, no debemos olvidar porqué el exministro de Defensa Guillermo Botero dejó su cargo.
El panorama de Colombia es devastador en este momento, en nuestra mayoría, no hemos sido capaces de reconocernos o generar empatía los unos con los otros, por el contrario, seguimos bajo los mismos discursos que han amparado la violencia en el país, donde nuestras acciones son justificadas a través de comentarios in- humanos, antipáticos y sin reconocer el país en donde se está, como decir que los menores de edad son “maquinas de guerra”. Este tipo de comentarios, son los que nos hacen caer en cuenta de la deshumanización con la que es analizado el conflicto armando y bajo qué lógica son dadas las órdenes y soluciones por parte del gobierno nacional.
La lógica de este país siempre ha sido que la consecuencia va a solucionar la causa, es decir, se cree que colocando penas fuertes a los crímenes o realizando ataques armados que eliminen los “objetivos militares”, se van a solucionar las causas que llevan a armarse o rebelarse contra el Estado, o que con incentivos monetarios al momento de dar de baja a un insurgente se va a obtener un buen resultado y llegamos a conclusiones como 6,402 personas catalogadas como falsos positivos reportadas por la JEP.
La lógica de este país siempre ha sido que la consecuencia va a solucionar la causa
El uso de esta lógica es una de las principales causas que llevan al país que tenemos hoy en día. Nos topamos con discursos de odio hacia el otro, olvidándonos de que estamos tratando con personas que tienen vida y que reducimos todo a un blanco-negro, nos olvidamos de que hay toda una gama de grises que ayudan a entender el porqué las personas toman un tipo decisiones. No es un secreto que en las zonas rurales de nuestro país existe un abandono estatal, en donde no hay instituciones gubernamentales a parte de las Fuerzas Armadas (en el mejor de los casos), no hay conectividad para transportar mercancía, no hay escuelas ni recursos materiales para que los niños puedan recibir una educación de calidad, las oportunidades son limitadas y finalmente las realidades de las cuales están rodeadas son las que resultan determinando sus vidas.
El hecho de que no hayamos sido capaces de construir la paz de manera efectiva en estos años, es resultado de que no hemos logrado cambiar nuestro punto de vista de los problemas sociales que aquejan nuestro país y que generan la continuación de la violencia, por ejemplo, la reforma rural integral, la formalización de tierras, la cual lleva un proceso de 100.000 hectáreas entregadas de las 3’000.000 que fueron pactadas en el acuerdo de paz. [1] Se han hecho varios llamados y escritos acerca del cumplimiento de lo pactado en la Habana, y si se siguen haciendo es porque no se han cumplido, probablemente por intereses económicos de aquellos que se lucran de la apropiación de tierras, como se tiene demostrado a través de la Fundación Forjando Futuros, o aquellos que se lucran de los negocios de narcotráfico en el país. Lo más devastador es que aquellos que manejan estos negocios no son los que están en el campo afrontando las condiciones de precariedad, sino que son las víctimas, campesinos y campesinas, indígenas, comunidades afro, las y los que resultan afrontando las perdidas de familiares, la estigmatización tanto del Estado como de los ciudadanos, afrontando la pérdida de sus costumbres, los desplazamientos, las desapariciones, y las órdenes de un gobierno que no ha comprendido (o quizás deseado afrontar) de manera integral lo implica la solución de un conflicto.
El hecho de que no hayamos sido capaces de construir la paz de manera efectiva en estos años, es resultado de que no hemos logrado cambiar nuestro punto de vista de los problemas que aquejan nuestro país y el reconocimiento de los problemas sociales que generan y continúan la violencia
El conflicto armado solo es posible solucionarlo si se tiene en cuenta su complejidad, de saber que los niños fueron reclutados por infinidad de causas. El hecho de que sean reclutados no es un hecho aislado, sino que tiene explicaciones que se pueden rastrear desde los últimos 60 años de historia en el país y que no se les ha dado una solución que no implique el accionar de las Fuerzas Armadas en los campamentos.
Hacer bombardeos y seguir buscando ese tipo de justificaciones no es la solución. Se trata de RE-pensar en qué mundo estamos, nuestras relaciones sociales, de sentir empatía por el otro, de comprender las realidades de cada territorio, es claro que el Estado tiene mucha responsabilidad en el conflicto, sin embargo, somos afortunados de tener ciudadanos que todavía guardan toda la esperanza de tener un país en paz y que resultan siendo los verdaderos transformadores de sus territorios y comunidades, como la lideresa social Pastora Mira García en el territorio de San Carlos; el trabajo de Luz Marina Bernal, activista de social a través de la asociación de Madres de Falsos positivos de Soacha y Bogotá; proyectos tales como “Astronomía para todos” del cual hace parte Santiago Vargas Domínguez, que busca despertar la curiosidad de los niños en zonas rurales del país a través de la astronomía; trabajos como los de la asociación de mujeres ASOMUCAN en Caparrapí, Cundinamarca; la labor de reinsertados de las FARC-EP en el ETCR Antonio Nariño, en su trabajo con insectos, apoyados por el grupo de investigación UN-ACUICTIO de la Universidad Nacional de Colombia y entre muchos otros que dan testimonio de que la construcción de tejido social se hace con actos en el territorio y desde múltiples puntos de vista como lo son el Arte, la ciencia, las humanidades y el activismo social.
se trata de RE-pensar el mundo en el que estamos, nuestras relaciones sociales, de sentir empatía por el otro, de comprender las realidades de cada territorio
Solo espero recordar la frase un poco cliché de Eduardo Galeano “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”. Claramente no podemos dejar de exigir al gobierno el cumplimiento de los derechos de sus ciudadanos y guardar la esperanza de que algún día se puedan entender los problemas desde distintos puntos de vista, con soluciones integrales desde todos los campos de la vida para que nuestro único camino no parezca que sea el uso de las armas y los discursos que solo dividen y deshumanizan al otro u otra.
[1] Forero R. Sebastian (24, enero 2021). Los cuestionamientos a las cifras del gobierno sobre la reforma rural.El espectador. Bogotá, Colombia. Tomado de: https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/los-cuestionamientos-a-las-cifras-del-gobierno-sobre-la-reforma-rural/