Dentro de las herencias que recibimos de un mundo donde el campo laboral es cada vez más cerrado, donde la desigualdad se incrementa de formas realmente absurdas, donde el capitalismo se impone por encima de cualquier cosa cómo el medio ambiente, la cultura, etc., está la cultura del emprendimiento. Una cultura que le dice, sobre todo a los jóvenes, que deben empezar proyectos propios con ideas innovadoras para poder sobrellevar la existencia en un sistema competitivo sin tener que sacrificar su fuerza de trabajo bajo los intereses de otra persona que pagaría un salario.

Dejemos claro desde un principio que el emprendimiento está bien, es necesario para la competitividad, para buscar nuevas formas de entrar al campo empresarial y para que la industria esté al nivel del avance tecnológico y cultural de la sociedad contemporánea. También es un elemento que sirve para la superación económica de algunas personas y para encontrar la forma de impactar de alguna forma a los demás.

Sin embargo, hay que hacer un llamado a la honestidad del discurso del emprendedor; un discurso plagado de falacias producidas por no comprender el contexto social sobre el cual se desenvuelve la vida de las demás personas. Ese discurso descontextualizado que lleva a culpar a las personas de sus fracasos por no tener una buena actitud, por no pensar como emprendedor o por alguna otra excusa absurda.

Dos son los elementos en que me quiero centrar en este artículo. El primero, las aptitudes y elementos que se dice debe tener un emprendedor y sus consecuencias. El segundo, la falsa creencia que solo se necesitan ganas para emprender.

 

"hay que hacer un llamado a la honestidad del discurso del emprendedor"

 

Según la creencia que genera el “discurso clásico” (por llamarlo de alguna manera)  del emprendimiento, quien quiere realizar un proyecto debe tener ciertas habilidades y aptitudes que le sirvan como base de subjetiva del o de los líderes de dicho proyecto. Elementos como la organización, el liderazgo, la innovación, etc., que son en cierta forma medibles hace parte de las aptitudes casi objetivas del emprendedor. Por otra parte existen elementos subjetivos que también hacen parte de este discurso, como la pasión, la ambición, la creatividad, etc. en este sentido la persona que quiera emprender debe manejar muy bien todos estos elementos para que su proyecto surja.

Pocas veces se dice que aun teniendo los elementos anteriormente dichos se puede fracasar, lo que es recurrente es la forma en que el fracaso se toma como una falla en el proceso o como la falta de alguno de esos elementos. Es decir, la culpa del fracaso recae sobre quien lo intenta, en lugar de comprender el contexto competitivo agresivo que se vive en el mercado, las dificultades que se viven para realizar un proyecto dependiendo de la región o país donde se encuentra en comparación con otros lugares, los distintos tipos de educación recibida, etc., lo que genera, no una tendencia a replantear las formas de proceder, sino un sentimiento de frustración en el individuo que debe responder a la sociedad que lo asume con ciertos valores que después de eso tal vez no pueda cumplir.  

La otra gran creencia en este “discurso clásico” del emprendimiento es que cualquiera puede emprender, sin importar su contexto, quien no lo hace es porque se siente bien en el lugar donde nació y con su entorno social, en resumen esta creencia deriva en la frase cliché, absurda y descontextualizada de “el pobre es pobre porque quiere”. Nada más alejado de la realidad, no hay que hacer irse a un retiro en la india o hacer un viaje de descubrimiento personal a algún país africano para darse cuenta del contexto y la desigualdad que existe actualmente; sólo hay que revisar los datos, hay un montón de organizaciones que se dedican a realizar esas mediciones de las cuales el índice de GINI es la que muestra la desigualdad.

 

"Emprendan, háganlo, pero no vendan ideas falsas"

 

Pero bueno dejemos a un lado las cosas grandes, también nos podemos enfocar en la individualidad, si nos basamos en esto podríamos decir que con un negocio pequeño se vive bien, que ese negocio podría crecer y convertirse en algo más grande y así seguir una cadena de eventos que permitiría lograr el éxito (por más ambiguo que este sea). Eso es cierto, podría pasar, pero no cualquier persona lo puede hacer. Acá entra la subjetividad de los individuos, personas que están acostumbradas a pensar y a reproducir prácticas que les fueron heredadas, como el tener un trabajo, una familia, conseguir una casa y pensionarse. Esta reproducción de las prácticas también afecta el ámbito de las expectativas de las personas, es decir, los sueños y limitaciones que creería tener ese individuo, creencias basadas en su contexto económico y social, donde interviene su educación, su familia, su religión y todos los elementos que le configuran como persona. Sin embargo estos individuos no tienen conciencia de tener estas limitaciones.

Antes de lograr una superación a las limitaciones subjetivas del individuo, este debe tomar conciencia de ellas y empezar a generar cambios en sus prácticas y creencias, sin embargo hasta la actualidad no es una tarea fácil para las personas. El incremento de las fuentes y el tipo de información recibida por cada persona ayudan un poco a cambiar esto, pero hasta no llegar a ese punto el emprendimiento siempre seguirá reproduciendo mentiras que suenan bonito para las personas que “se atreven a hacerlo”, les ayuda a generar confianza, a crear un caparazón para sentirse alguien especial en la sociedad y a señalar a los demás que “no pueden hacerlo”.

Para finalizar, no estoy en contra del emprendimiento, estoy en contra de las mentiras que se reproducen en su discurso, siendo casi el traslado del discurso de superación personal que su única función es reproducir obviedades que suenan bonito y culpar de su estado a quien no es feliz, pero esta vez en el campo de nuevos empresarios.

Mi consejo: Emprendan, háganlo, pero no vendan ideas falsas. Emprendan siendo honestos. El emprendedor puede nacer en cualquier lugar, pero no puede ser cualquier persona. Sí usted es un emprendedor sepa que si no les salen las cosas como quería no es su culpa, usted no es el centro del universo, existe un sistema del que no se puede escapar con facilidad y si en ese momento desiste, sepa que tener un trabajo con un horario no es el fin del mundo y que en estar en ese lugar es el sueño de muchas personas cuyas expectativas fueron formadas por un contexto especifico con limitaciones o privilegios.