Colombia país de ídolos que no fueron, esperanzas políticas inconclusas a punta de bala, tierra fértil para la creación de mitos que nos recuerdan cada cierto tiempo lo que pudo ser y no fue, Gaitán, Galán, Gómez, Jaramillo, Pizarro, etc, etc, etc.
Sin embargo, nuestro medio ha sido proclive, posiblemente por un personalismo exacerbado, a la creación de ídolos, los medios masivos de comunicación, la iglesia y el voz a voz son el aire que hace crecer a figuras que son difíciles de mantener frente al debate crítico. Al respecto, un caso paradigmático es el actual Alcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa, y la imagen que se proyectó de él durante décadas como tecnócrata, uno de los mejores urbanistas del universo y el gerente que sacaría a Bogotá del desastre de la “izquierda”. De igual manera, encontramos una figura como Antanas Mockus que ha sido vendida como la del gran intelectual, que en medio de sus confusas sentencias pone a reflexionar el país, sin embargo, su supuesto gran aporte, el concepto gaseoso de cultura ciudadana, no tuvo la repercusión esperada, simplemente se quedó como un buen intento.
Colombia país de ídolos que no fueron, esperanzas políticas inconclusas a punta de bala, tierra fértil para la creación de mitos que nos recuerdan cada cierto tiempo lo que pudo ser y no fue.
Esto nos trae a la coyuntura y por supuesto a reflexionar sobre la figura de la nueva alcaldesa de Bogotá Claudia Nayibe López Hernández. Su vida pública ha sido diversa y a diferencia de la mayoría de la clase política tradicional, ha iniciado desde cargos intermedios, fue alcaldesa encargada de la localidad de Santa Fe en la primera administración Peñalosa, no obstante en la última década ha tenido un ascenso vertiginoso convirtiéndose en una figura política nacional, el punto de inflexión en este proceso puede rastrearse a partir de su sonada salida del tiempo, por una columna de opinión que criticaba la forma en que el mismo diario trató la información sobre el escándalo de “Agro Ingreso Seguro” y las investigaciones que realizó con la Fundación Arcoíris y la Moe denunciando votaciones atípicas y el profundo contubernio en algunas regiones de paramilitarismo y políticos tradicionales.
Estos innegables resultados, sumados a una actitud frontal contra a la corrupción ¿dan para convertir a la nueva alcaldesa en un ídolo como los anteriores? ¿sólo nombrarla nos remite a un estándar político superior? ¿realmente entramos a una nueva fase o ruptura en la política Bogotana?
Como ciudadanos y demócratas es un derrotero evitar el personalismo y por eso consideramos que a partir de la evidencia se puede hacer un perfil de la nueva burgomaestre que evite las falsas expectativas y su subsiguiente decepción, si como sociedad somos expertos en idealizar personas, también lo somos en sacrificarlas al más mínimo error.
...consideramos que la alcaldesa puede hacer un excelente papel, pero eso nunca implicará convertirla en una figura intocable
1. Uno de los problemas fundamentales de nuestro sistema político es la corrupción y por supuesto Claudia encarna la lucha frente a esta, sus investigaciones, denuncias, adelantar y liderar la consulta anticorrupción han sido muestra de ello, por esta razón y sumado a lo anterior liderar luchas en pro de la mujer y de la comunidad lgbti, de la cual nunca ha negado su pertenencia y su apoyo al proceso de paz de La Habana generaron en el imaginario de la gente una identificación de la figura de López con ideas progresistas y que incluso pueden ser llamadas de izquierda; esta identificación llevo en primera instancia a que el grueso de su electorado se identificara con esta tendencia. Sin embargo la revisión de su hoja de vida, a qué personajes ha apoyado en el pasado y la toma de decisiones y actitudes frente a ciertos problemas hace que en la realidad la postura política e ideológica sea otra, mucho más cercana a la centro-derecha tecnócrata, razón por la cual son persistentes los supuestos bandazos de la nueva alcaldesa y la crítica constante de amplios sectores que la siguen identificando con visiones de izquierda, es más, sectores de izquierda manifiestan su inconformidad con la candidata por no representar ese pensamiento.
2. Su meteórica carrera política la llevó a cargos fundamentales en muy poco tiempo, Senado de la República y ahora la Alcaldía de Bogotá, el famoso segundo cargo más importante del país, intermediada por su candidatura a la vicepresidencia como fórmula de S. Fajardo. Más allá de su imagen es evidente un incansable trabajo al interior del partido Verde donde su liderazgo es fundamental. En este sentido no deja de ser extraño su apoyo casi que incondicional al excandidato presidencial S. Fajardo, Movimiento Ciudadano, quien no hace parte de las toldas verdes. Sobre el particular vale la pena recordar un par de momentos para el debate: Fajardo rompió la Coalición Colombia (Compuesta por el partido Verde, El Polo Democrático Alternativo y el Movimiento Ciudadano) para presentarse solo como candidato presidencial, pese a este impase la coalición se mantuvo y López se convirtió en la fórmula vicepresidencial de Fajardo. El segundo hecho tuvo lugar fuera de la carrera a la presidencia, en el momento en que la nueva alcaldesa inscribió su candidatura manifestó: “Me acompaña no solo un gran amigo de la vida, sino un exalcalde de Medellín, gobernador de Antioquia, futuro presidente de Colombia, sin duda”. ¿Es clara la cercanía de López y Fajardo, sin embargo, sobraba nombrar al futuro candidato en la inscripción o será que la frase termina siendo una advertencia de una posible utilización de Bogotá como plataforma política para las elecciones del 2022? ¿Después de las denuncias de varios concejales de la cercanía del excandidato presidencial con la firma Konfirma, encargada de elegir al único proponente de la realización de estudios de detalle y del metro de Bogotá, en este orden de ideas el apoyo de la alcaldesa electa podría convertirse en un conflicto de intereses justo en el momento en que la obra de infraestructura más importante de la historia de la ciudad se cubre de dudas?
Las preguntas quedan abiertas y desde la visión de dos simples ciudadanos esperamos que las cosas se resuelvan de la forma más transparente posible, consideramos que la alcaldesa puede hacer un excelente papel, pero eso nunca implicará convertirla en una figura intocable. Bienvenida la democracia sin ninguna restricción al debate público.