La política de mediados del siglo XX ha mostrado que los extremos ideológicos resultan ser lo mismo, basta pensar en los regímenes totalitarios -la Alemania Nazi y la Unión Soviética stalinista- ambas posturas antidemocráticas que buscaron la eliminación de las individualidades bajo el signo de la represión. Este viejo debate ha reaparecido en el contexto nacional, bajo la pregunta: ¿Uribe y Petro son los extremos ideológicos que resultan siendo la misma cosa?
Sin el ánimo de caer en teorías de conspiración que delatan planes estructurados con un fin determinado, si encontramos una idea simple que resulta fácil de vender, ésta entra en la caja de resonancia de los medios de comunicación a partir de la repetición constante lográndose posicionar como una opinión aceptada, una suerte de espiral del silencio como dice Neumann.
"ciertos youtubers que vestidos de un halo de comedia política crítica construyeron grandes audiencias a partir del discurso del denominado centro ideológico"
Tratemos de rearmar el proceso, un primer punto, aparece con la emergencia de una posición política que toma como bandera la no polarización -sea cual sea su significado-, para esta tarea es necesario reconocer la pareja “polarizadora” en el caso concreto Uribe y Petro, ante estos dos “extremos” aparecieron figuras “conciliadoras” como Sergio Fajardo, Antanas Mockus y otros políticos que lograron hacer carrera con el discurso de centro; incluso el candidato del uribismo Iván Duque hizo su campaña con la proclama política de la no polarización. Un segundo punto, es la repetición de la idea sobre la polarización que tuvo una gran acogida en los medios de comunicación tradicionales y que ulteriormente tuvo un gran eco en ciertos youtubers que vestidos de un halo de comedia política crítica construyeron grandes audiencias a partir del discurso del denominado centro ideológico que afirma cosas como: “ambos deberían retirarse de la política” o que son “el coco de la ultraderecha y el coco de la izquierda extrema”. Un tercer punto, se encuentra en la búsqueda de una argumentación más fuerte sobre el particular, aquí se suman autores de columnas de prensa quienes “demuestran” la cercanía entre los dos personajes, la mayoría de las veces haciendo malabares conceptuales y forzando una argumentación efectista con claros fines políticos.
¿Pero realmente son Uribe y Petro dos caras de la misma moneda? la respuesta a esta pregunta solo se puede anclar a partir del actuar político e ideológico de los personajes en cuestión. Iniciemos con su carácter caudillista, durante su carrera política Álvaro Uribe se ha hecho un nombre como un líder imprescindible e irremplazable, su personalidad autoritaria y su coherente discurso antisubversivo donde siempre se privilegió la alternativa militar, sumado a su fuerte conexión sociológica con el colombiano del común lo erigen como un auténtico caudillo, no obstante su tinte personalista no le ha impedido construir una fuerte organización política en torno a su figura, sin embargo no es una partido político en la perspectiva clásica del término, todo gira en torno a la figura del expresidente y senador, lo cual es comprobable revisando los artículos 39 y 40 de los estatutos internos del Centro Democrático, en síntesis el partido no es una organización política tradicional que trabaja mancomunadamente para la búsqueda del poder del Estado, es una organización que hace culto a la personalidad del gran líder y busca el poder del Estado bajo su única dirección. por el lado de Gustavo Petro es evidente su actitud renuente a la organización partidista, es fácilmente observable en su paso por el Polo Democrático y su renuncia después de varios altercados con otras tendencias del partido, después se ha visto al actual senador liderando diferentes movimientos políticos, Progresistas, lista Decentes y hoy Colombia Humana, agrupación que quiere convertirse en partido político. Otro elemento que refuerza la tesis caudillista es la adhesión en muchos casos irreflexiva que se podría interpretar casi como actos de fe en sus acérrimos seguidores y defensores.
"en nuestro caso particular, todo lo que hace el discurso de la polarización y la equiparación de “Uribe y Petro” es borrar de una pincelada la complejidad política colombiana"
En cuanto a ser representantes de los extremos del espectro ideológico es necesario hacer varias precisiones que buscan ubicar claramente a los dos personajes. Por un lado se ha señalado a Uribe de ser un representante de la extrema derecha, sin embargo si revisamos esta noción encontramos que la mayoría de sus características no están presentes ni en el discurso ni en las acciones políticas, por ejemplo la extrema derecha promueve un arraigado nacionalismo que propende por una autonomía nacional en términos culturales, económicos y políticos, sumado a lo anterior la extrema derecha tiene un marcado discurso en contra de visiones demo-liberales, posiciones que nunca se vieron en los dos gobiernos de Uribe. Una mejor forma de caracterizar a este personaje en términos ideológicos es describirlo como una derecha liberal populista arraigada a posiciones económicas neo-liberales y con una visión de la participación enmarcada en la tesis del Estado de opinión, esta descripción lo ubicaría en una derecha no extrema, no obstante, una característica transversal de su actuar político, son sus claros nexos con grupos armados al margen de la ley y con gamonales regionales que se encuentran entre la legalidad y la ilegalidad, con los cuales se encuentra amalgamado para defender su statu quo.
Por su parte, la ubicación ideológica de Gustavo Petro se enmarca en posiciones cercanas socialdemocracia europea en términos económicos y del papel del Estado, como garante de un conjunto de derechos sociales. Además, se adscribe a la nueva izquierda latinoamericana en su defensa de minorías étnicas, sexuales y culturales, sumado a su férrea defensa del medio ambiente. esta descripción lo ubicaría dentro de una izquierda moderada, este argumento se refuerza mostrando que su discurso nunca ha propendido por una ruptura del modelo político y económico a diferencia del modelo soviético, cubano o norcoreano que podemos ubicar en las antípodas de la democracia liberal. Más allá de su perspectiva ideológica, su accionar político muestra la imagen de un líder no negociador que pretende gobernar a partir de sus razones, en este sentido podemos recordar momentos de su carrera política como el tema del cambio de sistema de basuras en Bogotá durante su administración.
¿Pero es absolutamente errada la comparación? tal vez encontremos puntos en común, que no solo se repiten en los líderes en cuestión, razón por la cual es absolutamente necesario identificar la parte interesada y tendenciosa de todo discurso venga de donde venga, en nuestro caso particular, todo lo que hace el discurso de la polarización y la equiparación de “Uribe y Petro” es borrar de una pincelada la complejidad política colombiana, a pesar que tiene algunos elementos de verdad.