Desde el año pasado me comuniqué con la Cámara Colombiana del Libro y con Corferias para saber qué debía hacer para asistir este año como autor independiente. La Cámara me pareció un organizador invitado, sin poder decisorio; como es un espacio con objetivos de índole más comercial que social, Corferias (entidad de carácter privado) es la que toma las decisiones. Así que en noviembre me comuniqué con una asesora comercial y le solicité información por correo. Desde el principio hice hincapié en mi condición de autor independiente. En su respuesta del 17 de noviembre (imagen 1) me indicó que el costo de un espacio de 9 metros cuadrados era de $5’584.000 por los quince días de la Feria ($373.000 diarios fuera de transportes, alimentación, hospedaje, etc.). 

Imagen 1.

Después (28 de noviembre), le solicité información puntual sobre las estrategias de la Feria para promover autores independientes y las condiciones de algún pabellón con tarifas especiales para escritores emergentes (imagen 2). La respuesta de la asesora (6 de diciembre) fue copiar y pegar la respuesta que ya me había enviado, es decir, evadió mis interrogantes concretos sobre las estrategias de esta Feria para promover autores nuevos (imagen 3).

Imagen 2

 

Imagen 3

Luego, me llegó un correo en el que me decían que la asesora regresaba de vacaciones el 18 de enero. El 25 de enero recibí un correo en el que se veía que en el pabellón 8 había un espacio un poco menos costoso ($4’838.000: $322.500 diarios) por los quince días de Feria (imagen 4), pero no mencionaban nada específico con respecto a mis preguntas directas sobre las estrategias para los autores independientes, emergentes, autopublicados.

Imagen 4

Ante estos costos, y la evidente ausencia de respuestas frente a mis interrogantes, opté por enviar mensajes a editoriales independientes para proponerles algún tipo de alianza: como no me puedo comprometer con un costo fijo, les ofrecí comisión por ventas. Varias de ellas me contestaron que tampoco podían asistir por los altos costos de la Feria (¿en dónde se está discutiendo públicamente sobre este asunto de que las editoriales pequeñas tampoco pueden asistir por los altos costos?); sin embargo, con una estuve a punto de concretar un acuerdo comercial para asistir. Y con otra casi concreto una alianza con comisión por ventas, pero también se diluyó. Así que decidí no asistir a la Feria y más bien, con ese dinero que le daría a Corferias, seguir fortaleciendo mi trabajo independiente.

Pocas semanas antes del inicio de la Feria, sacaron una convocatoria para autores independientes (imágenes 5 y 6), pero estos eran algunos de los términos: el autor enviaba su propuesta y la Feria hacía un filtro para escoger a los que estarían en exhibición. Pero los autores escogidos le dan sus libros (10 ejemplares) en consignación a Corferias y le deben pagar el 35% del precio de venta de cada libro por la comercialización. Sí: un «modesto» 35%. (Y hace poco supe que a los que se presentaron, en el momento de efectuar la estrategia, les descontaban en realidad el 45% del precio de venta de cada libro). Eso no es ningún incentivo; es una estrategia de mierda. Quizás en la Feria no saben que los autores independientes no venden libros al dejarlos en consignación, en gran medida, porque sus nombres no son reconocidos y sus caras no aparecen en ninguna parte, así que el autor independiente vende sus libros si interactúa de forma directa con el público. Pero tampoco se hablaba de espacios de difusión y relaciones públicas para estos autores emergentes. 

imagen 5

Imagen 6

Mensajes de fondo: en la vitrina de libros «más importante del país» no hay estrategias agresivas de promoción de nuevos autores o de eslabones frágiles del ecosistema literario en Colombia; a ningún autor independiente se le puede ocurrir vivir de su oficio con dignidad económica, debe tener otros trabajos y publicar uno que otro libro de vez en cuando para que otros obtengan altos porcentajes de rentabilidad a partir de su labor artística; la Feria del Libro es un espacio que, al contrario del objetivo de la Ley del Libro en Colombia (de la que ningún político, periodista ni escritor habla), no pretende democratizar el libro en el país, porque en la práctica sus fines son más comerciales que sociales; los objetivos comerciales de la Feria benefician, en gran medida, a multinacionales extranjeras del sector editorial, en lugar de hacer esfuerzos reales por fortalecer las editoriales nacionales independientes, las librerías pequeñas y, sobre todo, los autores independientes, emergentes, autopublicados. 

Como visitante, desde hace años dejé de asistir a esta Feria por asuntos similares. El parqueadero, la comida y los libros son caros. En varias ocasiones, me di cuenta de que no tenía sentido ir a la Feria a comprar un título, porque en realidad podía comprarlo cualquier otro día del año en cualquier librería al mismo precio (o más barato). Y lo que me alejó de forma definitiva fue la ausencia de nuevas voces y de estrategias eficientes para visibilizar autores emergentes.

Preguntas finales: ¿Por qué tanto silencio por parte de todos (visitantes, autores independientes, editoriales, escritores reconocidos, periodistas, políticos, etc.) frente a esta situación? ¿Acaso los escritores reconocidos nunca se preguntan por qué no hay estrategias potentes para que en esta Feria se promocionen nuevos autores? ¿La Cámara Colombiana del Libro realmente tiene poder decisorio y estrategias de promoción de nuevos autores, o se supedita a lo que Corferias ordena de acuerdo a lo estrictamente comercial? ¿Cómo evoluciona cualquier literatura del mundo si no hay nuevas voces que inserten su ritmo narrativo en la discusión pública? ¿Qué clase de literatura es la de un país que tiene casi de manera exclusiva narradores pertenecientes a alguna clase de élite, y no se estimula el surgimiento de narradores de los sectores populares? ¿Será que estas entidades que organizan la FILBo no se han enterado de que ya no vivimos en esas épocas en las que los autores publicaban únicamente hasta cuando alguna editorial se fijaba en ellos y los daba a conocer? ¿Cuál es el sentido de poner la plataforma comercial de libros más importante del país al servicio de capitales privados y multinacionales extranjeras, mientras los territorios locales siguen con índices muy bajos de lectoescritura, las editoriales independientes se mantienen con las uñas, las librerías a duras penas sobreviven y los autores independientes brillan por su ausencia?